Antes de dejar Bulgaria nos queda conocer su cordillera más conocida, los Balcanes Centrales. Desde nuestro campo base en las cercanías del Monasterio de Troyan, el segundo más popular del país (tras Rila), realizamos varias excursiones por unos cuantos de los muchos parajes interesantes de este gran macizo. También por algunas de sus ciudades más conocidas. Para acabar con una visita rápida al relativamente pequeño Parque Natural de los Balcanes de Vratsa, al norte de la capital, y a la propia Sofía.
"Los búlgaros asienten y niegan al revés que en el resto del mundo: niegan con la cabeza para decir "si"; y afirman con la cabeza para decir "no". Es un follón, porque con los extranjeros a veces lo invierten por educación, o lo hacemos a su manera y no hay quien se aclare, aunque suele ser divertido".(del blog de una española en Bulgaria)
"En Bulgaria mueven la cabeza de lado a lado para decir “si” y de arriba abajo para decir “no”, justo al contrario de lo habitual por aquí. Siempre hay una leyenda a mano para explicar este tipo de cosas: en tiempos del Imperio Otomano, los búlgaros revirtieron el significado de los movimientos de cabeza para confundir al invasor; lo cual, si fuera cierto, sería probablemente la más ineficaz rebelión pacífica de la historia".Javier Yanes, periodista y biólogo.
Monasterio de Troyan, en un valle de la vertiente norte de los Balcanes Centrales.
Para visitar el monasterio hay que adentrarse por el Valle de Cherni Osam. Damos un paseo valle arriba, un lugar prístino y cuidado donde se hacen las tomas de agua para consumo de la comarca.
Cuando nos acercamos a las fuentes nos topamos con un guarda del servicio de aguas. Le preguntamos si podemos seguir río arriba y nos responde subiendo y bajando la cabeza. ¿Será que sí, o será que no? Insistimos, ¿da-da?, y contesta "ne-ne". Ahora si está claro que no podemos seguir (por evidentes motivos de seguridad). Lo entendemos y volvemos por nuestros pasos. Pero aprovechamos para hacer fotos en este entorno tan cuidado. Este bonito caracol es Euomphalia sp.
Esta llamativa mariposa es Thyris fenestrella (id. por A. de Rycke).
Apoderus corylii.
Sapo de vientre de fuego europeo (Bombina bombina). Es un sapillo con el vientre color naranja brillante. Cuando se siente amenazado se vuelve retorciéndose y mostrando ese color que avisa de su toxicidad.
Excursión por un hayedo del Parque Nacional de los Balcanes Centrales.
La ruta nos llevará a rincones con saltos de agua y a ver tantas setas (por la humedad) que parece que estamos en nuestro otoño.
Ramaria sp.
Se denomina sendero de las Cascadas Lopushnitsa.
Lactarius cf. volemus.
Pleurotus cf. pulmonarius.
Uno de los saltos de agua más altos. Se puede sortear mediante una precaria escalera de madera (ver a la der. del salto), pero mejor damos un rodeo aunque nos mojemos las botas.
De regreso nos desviamos para ver un monasterio (ortodoxo, como todos los demás) de esos que solo están indicados en el desvío de la carretera. Lo visitamos y descansamos en este remanso de paz donde no nos cruzamos con ningún otro visitante.
Se llama Monasterio de la Transfiguración (S.XI) y está situado en el desfiladero de Dervent.
Cerca de Lovech visitamos las Cascadas Krushuna. Convertidas en una especie de parque periurbano (por su fácil acceso) hay que pagar una entrada. Pero pensamos que es lo mejor para mantener el sitio limpio y cuidado.
Aquí, y en casi todo Bulgaria, es frecuente esta especie de mariposa blanquinegra que, más que volar, planea. Neptis sappho es una de las mariposas más vistosas y comunes en los Balcanes. Se distribuye por Europa central y Asia.
Un bonito sendero circular permite un recorrido cómodo donde es fácil ver especies como este grillo de vistoso colorido (s.i.).
Y acercarnos a algún ejemplar como este bonito helecho lengua de ciervo (Asplenium scolopendrium subsp. scolopendrium).
Lovech es una ciudad balcánica de provincias con el encanto justo para no atraer apenas a turistas extranjeros. Cruzada por el río Osam (estuvimos en sus fuentes, ver arriba) tiene un peculiar puente cubierto de madera donde hay tiendas de recuerdos y talleres de artesanos.
El edificio de los baños públicos o hamman (s. XVI) -de época otomana- ha sido restaurado con la ayuda de la UE. Creo que fuimos los únicos visitantes del día.
Sin embargo, en la iglesia más antigua de Lovech -que se está deshaciendo- encontramos el único cartel en español del viaje.
Un señor pescando en plena ciudad y desafiando la corriente del rio Osam.
El otro atractivo natural del entorno de Lovech es la gran cueva Devetashka.
Se trata de una gigantesca cueva de origen kárstico. Su entrada natural es una enorme abertura de 35 metros. Pero luego, en el interior, llega hasta los 100, ya que se trata de una enorme bóveda en la que la erosión ha abierto grandes agujeros en el techo. Prácticamente es una montaña de roca caliza que ha quedado hueca.
Se dice que no existe el silencio absoluto en esta gran cavidad. Una numerosa colonia (varios miles) de vencejos reales (Tachymarptis melba) anida en sus paredes y no para de entrar y salir por cualquiera de los 7 grandes huecos abiertos en el techo.
Un arroyo cruza la cueva y por la noche, de su zona más profunda (hasta 2 kms) y no visitable, sale una gran colonia de 30.000 murciélagos (de 15 especies diferentes).
En la primera mitad del siglo pasado la cueva fue utilizada como almacén militar y contaba incluso con una via de tren que llegaba al interior. Por suerte todo esto fue desmontado (pero no eliminado totalmente).
En la salida de la cueva vemos muchos ejemplares de este caracol de concha verdosa: Cepaea sylvatica.
Nos acercamos al final del viaje y por tanto a Sofía. Al norte de la capital queda el Parque Natural de los Balcanes de Vratsa. Una pequeña zona protegida dentro del gran macizo balcánico.
Aquí el paisaje es muy escabroso. Muy atractivo para escaladores y espeleólogos, con numerosas cuevas y cascadas.
Nos decidimos por un sendero que sube por esa pared hasta una cueva.
Aquí vemos especies rupícolas como este clavelillo de roca: Dianthus petraeus ssp. noeanus.
Zebrina detrita. Un caracol distribuido por casi toda Europa pero no presente en Andalucía.
Otros grillos, similares -puede que idénticos- a los que vimos en la región de Lovech.
Bonito licénido de alas azules (s.i.).
A mitad de tajo se abre una cueva de la que sale un aire fresco y agradable.
Un mirador nos sirve para descansar, sacar los primásticos y observar lo que nos rodea.
Sobre una peña descansan tres pollos de cigüeña negra (Ciconia nigra). Muy cerca, en una covacha inaccesible, está el nido. Seguro que esperan a sus padres para seguir con sus prácticas iniciales de vuelo.
Cuando bajamos vemos este curioso ajo silvestre de hojas amarillas: Allium cf. flavum.
Bajamos hacia Sofía por carreteras que cruzan túneles de verde vegetación. Un frenazo y bajamos rápido para salvar a una tortuga de morir aplastada. Es un buen ejemplar (podría tener nuestra edad) de tortuga mediterránea oriental (Testudo hermanni ssp. boettgeri) distribuida desde el noreste de Italia hasta las costas del Mar Negro.
Como ya hemos comentado las carreteras búlgaras son muy sinuosas y lentas, por lo que apetece descansar y estirar piernas de vez en cuando. Un desvío a un monasterio es siempre una buena opción de descanso en un lugar tranquilo.
Como Google Maps siempre nos dice donde estamos, en esta ocasión nos indica que este es el Monasterio Klisurski y que está llevado por monjas. Además en sus fuentes se encontró en 2000 una medusa de agua dulce, única de esta zona montañosa. No hemos encontrado más datos de esta última información.
"Sofía, en un día". Habíamos leído este lema, acuñado en un blog de viajes, y estamos de acuerdo.
Aunque Sofía (en búlgaro se pronuncia Sófia; y Sofía se utiliza para el nombre femenino) es una ciudad muy extensa, su zona monumental y de interés está muy condensada. Tanto que se puede visitar en un mismo paseo a pie y en pocas horas.
La sensación y el aspecto es de estar en una capital de estilo socialista soviético, salvo por detalles como encontrarte con la Mezquita Banya Bashi.
Y muy cerca la Iglesia Rusa de San Nicolás. Que se erigió por los rusos sobre las ruinas de una mezquita tras la expulsión de los otomanos.
Pero el símbolo de Sofía sin duda es la Catedral de San Alejandro Nevski (de estilo bizantino), con su cúpula central -y algunas laterales- cubiertas con placas de oro. Cuando hacíamos esta foto aparcaba allí mismo un todoterreno con la bandera de Corea del Sur (ver abajo derecha). Vemos bajar al conductor y quedarse absorto ante el monumento. Le preguntamos y nos contó que acababa de llegar a Sofía y que venía cruzando Asia desde Corea (vía Vladivostok-Moscú-Kiev-Chisinau-Bucarest). ¡¡Unos 15.000 kms durante dos meses!! Lo felicitamos. Nos impactó tanto como la propia catedral.
El interior de la catedral es un derroche de riquezas: pinturas murales de los más afamados artistas del país, mármol italiano de varios colores, ónice brasileño, alabastro, lámparas fundidas en Munich, puertas montadas en Berlín y mosaicos traídos desde Venecia. Casi todo gracias a las donaciones del modesto pueblo búlgaro. Eso sí, la entrada es gratis (que aprendan otras confesiones).
Y para acabar, un detalle que nos gustó de la capital. En los parques más visitados hay pequeñas bibliotecas públicas como esta, en la que los búlgaros pueden retirar -gratuitamente- un libro para leerlo y luego devolver.
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Fuimos a este viaje por Bulgaría: Concha, Manolo, Trini, Íñigo, Marián y José Manuel.
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Agradecimientos por colaborar en las identificaciones de esta entrada a: F. Ríos, I. Sánchez, M. Barcell y M. Romera.
Bonito viaje.
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