"Delectando pariterque monendo" Horacio

16 nov 2022

Escapada naturalista a Marruecos. La costa Doukkala.

Fue hablarlo entre los cuatro y en poco tiempo teníamos los billetes para un vuelo Sevilla-Rabat por 48 euros. No merecía la pena cruzar el Estrecho y conducir casi medio país perdiendo un día de ida y otro de vuelta. El destino era la costa atlántica marroquí de la región Doukkala, entre El Jadida y Safi. Nos habían hablado bien de aquel litoral de curiosa formación geológica (ver ortofoto más abajo), con playas salpicadas de roquedos y dunas kilométricas protegiendo una rica banda de salinas y cultivos tradicionales (llamada oulja). Luego se da un escalón rocoso que fue la antigua línea de costa (paleo-acantilado); y por encima una extensa llanura rocosa y estéril a modo de predesierto (llamada sahel), que se extiende hacia el interior llegando hasta la única montaña de la región, el Jbel Lakhdar. Una mole de casi 700 m. de altitud, sin un árbol, pero cuyo nombre se traduce -curiosamente- como "la montaña verde".

   

Está amaneciendo cuando el avión sobrevuela la costa de Conil camino de África. Un hueco entre las nubes nos deja ver el cabo de Roche, la mancha blanca de la villa y la playa virgen de Castilnovo.

 

El avión casi se mete en la sala principal del aeropuerto de Rabat.

 

 

En un par de horas una autopista de pago -ya hay peajes en Marruecos- nos lleva hasta la industriosa El Jadida. Desde aquí una carretera secundaria, que baja paralela a la costa, nos llevará hasta nuestro destino en Oualidia.

 

 Ortofoto de un tramo representativo de la costa Doukkala.

 

De vez en cuando paramos para asomarnos a los miradores naturales que se asoman al Oujla.


Pero también hay miradores "oficiales", como este que parece una terraza de hotel (Burro grande, ande o no ande.).


Para observar este bello paisaje -mitad natural, mitad humanizado- es mejor salir del mamotreco y asomarse al cortado.

 

Y tirar de prismáticos y de zoom para ver con detalle lo que hay y se mueve por ahí abajo.

  Oualidia es un destino vacacional para la (escasa) clase media marroquí. Pequeños hoteles y casas de alquiler se reparten por la villa. Una boca de mar permite la entrada de agua a un lagoon donde es más agradable y seguro el baño.

 Dunas fósiles, de díficil tránsito, aparecen cuando baja la marea.

  Los marroquíes aprovechan estas atalayas para tirar la caña.


Nosotros aprovechamos para ver especies botánicas de la costa marroquí. Abundante era esta planta de hojas carnosas: Mesembryanthemum crystallinum.


No falta esta belleza que nos recuerda de dónde venimos: Reichardia gaditana.

 

Esta no la tenemos en la península: Tetraena fontanesii o uva de mar. Es un arbusto suculento autóctono de la Macaronesia (Islas Salvajes, Cabo Verde y Canarias -en todas las islas excepto La Palma-) y la costa NW de África.


Un bonito Limonium que no sabemos la especie.

 Unas pequeñas calas resguardadas por rocas -pero de difícil acceso desde el mar- sirven a los pescadores locales para descargar sus redes y guardar sus barcazas. Estas son muy peculiares, con altas y estrechas quillas, adecuadas para romper las fuertes olas.

 

Descargando la pesca de toda una noche.


Una red con grandes centollos y bogavantes se lleva hasta un hueco con agua en la roca. Allí estarán hasta que llegue su comprador.


Una señora mayor, con su asistenta, regresa de darse un baño a primera hora de la mañana.


Las barcazas ya han quedado varadas en la arena con la ayuda de un tractor. Detrás, la estrecha boca de mar por la que entran y salen al Atlántico. Una operación de riesgo.


Seguimos nuestra excursión costera. En un marjal crecen hinojos y allí vemos esta bonita oruga de Papilio machaon.


Flor y frutos del cambrón (Lycium sp.).


Bonito peñasco batido por las olas. Le preguntamos a un pescador de caña si tiene nombre, pero el señor no entiende otra cosa que no sea el árabe marroquí (dāriŷa). Como parece la cabeza de un oso asomando en el agua la "bautizamos" así.


Caracoles comunes. Muy comunes, veremos muchos.


Por aquí ha pasado una tortuga de tierra (Testudo graeca graeca). No conseguimos ver ninguna, pero si muchas de sus huellas. Son muy buscadas para el tráfico ilegal de la especie.


Ventana natural en la conocida como "cueva de los portugueses".

 Paseo en barca por el lagoon de Oualidia. Sobre la duna el morabito de Sidi Daoud.

 
Tras una frugal comida con vino marroquí...
 

 

... y postre dulce marroquí (una mezcla de sabores a rosquito, churro y donuts). Nos vamos a conocer el paisaje interior.

 La llanura pedregosa de Doukkala está salpicada por plantaciones recientes de eucalipto (penosa decisión), rebaños de ovejas famélicas y unos escasos "puntos verdes" en los pocos pozos y afloramientos de agua que van quedando. La continua extracción de agua dulce (debido a la proliferación del bombeo mecánico) para regar las huertas litorales está esquilmando el acuífero de esta zona. Cuando el agua se extraía con norias de sangre o de los manantiales naturales (que manan bajo el paleo-acantilado) el acuífero debía mantener una carga estable.

 

Actualmente, se secan las minas de agua y conducciones históricas bajo tierra (como este Qanat de la foto), que permitían una agricultura de subsistencia así como abrevar el ganado.
 

 El duro palmito (Chamaerops humilis) es la planta que mejor resiste en este secarral. Sus palmas se nos muestran cargadas de caracoles (Theba pisana).

 

Un espectacular grillo de matorral del género Eugaster.

Cardo yesquero en flor. Podría ser Echinops bovei.
 
 
 Otro yesquero. Este lo id. como Echinops spinosissimus (autóctono norteafricano).

Escorpión autóctono Buthus atlantis (Marruecos y Argelia).
 

Un clavelillo silvestre (Dianthus sp.).
 
 
Noche de compras en el mercado de Oualidia.
 

Ajos y canela en corteza (más que en rama).
 
 Paseo matinal por la zona de huertas litorales (Oulja). Los métodos de recolección todavía son tradicionales. El único avance evidente es el riego bombeando agua con viejos motores. El ruído de fondo es contínuo. 

Avispa (s.i.).
 
Amapola (Papaver sp.).

Delphinium sp.

Mantis.
 
Mochuelo (Athene noctua).

Escabiosa.

Donde entra el agua salada a este lado de las dunas existen salinas, suponemos que desde tiempos inmemoriales. En este tajero (seco) vemos manchas blancas que creemos cristales de sal.

Cuando nos acercamos la sorpesa es mayúscula. Se trata de miles de caracoles (Theba pisana) que han sido arrastrados por el agua al saltar alguna pared de la salina. Coger caracoles aquí es muy rápido y fácil. Por eso llegarán cientos de camiones llenos a España??
 
Pieris sp.

Cultivo de maíz sobre una duna.

Curiosa esta Pimelia con los élitros llenos de microespinas. Se trata de Pimelia crenata (id. gracias al entomólogo italiano Piero Leo, experto en Pimelias de Marruecos).
 

Nos acercamos a conocer una de las principales ciudades de la región: Safi. Importante por la industria sardinera y la cerámica.
 
 Visita obligada es la "colina de los alfareros". Un barrio donde solo hay talleres y hornos de cerámica tradicional.
 

 
Pieles de pescado (tipo marrajo o similar) secándose para utilizarlas como pellejo de pequeños tambores cerámicos.


En la colina no falta su particular "monte testaccio" con los restos de alfar que se rompen.
 
 Mejor esto de utilizarlos para adornar muros.
 
 
 
 La colina de al lado.

Escribano sahariano o gorrión marroquí (Emberiza sahari). Este pájaro se localiza en el norte de África, desde el Magreb hasta Chad y Mauritania. Antiguamente vivía sólo en zonas desérticas o semidesérticas al sur de la cordillera del Atlas, pero desde mediados del s. XX se ha extendido hacia el
norte. Ocasionalmente se ven ejemplares en Ceuta y el Campo de Gibraltar
.

Mesembryanthemum nodiflorum en una calle de Safi, una bonita planta típica de zonas áridas. El botánico aleman J. Breynius cuenta que su nombre proviene de que sus flores se abren al mediodía. Del griego mesēmbría = mediodía; y  ánthemon = flor. Y nodiflorum porque sus flores nacen en las axilas/nudos de las hojas.

Del barrio alfarero nos vamos a la Medina. Al no ser una muy ciudad muy turística está bastante descuidada.
 
Palos de regalíz.

"Pescaíto frito".
 





Al norte de Safi recorremos el Cabo Bedouzza y toda la costa de su entorno,


Morabito erigido sobre una roca con la tumba de Sidi Ahmed Chachkal. Es un lugar de peregrinación para los pobres que no pueden ir a La Meca. Con marea alta el agua rodea al morabito, que se convierte en una isla. Por esto los paisanos lo apodan, generosamente, como "el pequeño Mont Saint-Michel marroquí".
 

Una plantita que no conseguimos identificar. Tenemos varias opciones, la más cercana podría ser del género Spergularia.

Antirrhinum en flor (s.i.).
 
Curiosa formación geológica a base de numerosas "cazuelas" en la roca. ¿Antiguo fondo marino?

Solitario cardo en flor. Un Onopordum??

En medio de la nada, un ventorrillo de cerámica abandonado y con un curioso horno forrado de tejas.
 
 
 

Volvemos al entorno de Oualidia con sus onduladas plantaciones sobre arenas.

Cernícalo.

Por un empinado carril nos aventuramos hasta bajar a los campos de maíz. Desde aquí abajo el paleo-acantilado muestra numerosas cuevas que en algún momento -de la historia del planeta- daban al mar. En esta zona, entre la playa y el roquedo, vimos muchas especies interesantes y nuevas para nosotros.

Solanum elaeagnifolium, un tomatillo silvestre con bellas flores, tallos cubiertos de espinas y elegantes hojas de bordes ondulados.
 
Tórtola común, un ave en franco retroceso por diversas cuestiones. La subespecie del noroeste de África se denomina Streptopelia turtur subsp. arenicola. En Marruecos resiste una de las mejores poblaciones de este ave, aunque el avance de la agricultura, la pérdida de hábitat y la caza, al igual que en Europa, son amenazas que también avanzan.


Familia de ardillas morunas (Atlantoxerus getulus). Costó verlas por su mimetismo con las rocas.

La ardilla moruna es autóctona del noroeste de África (Marruecos y Argelia). Existe una población introducida en la isla de Fuerteventura. En 1965 un vecino llevó una pareja capturada en Sidi Ifni (Marruecos). Se le escapó una y luego soltó la otra, y desde entonces rápidamente este roedor ha colonizado casi la totalidad de la isla.
 
Uno de los coleópteros no voladores más grandes en tamaño. Podría ser Blaps tingitana.
 
Linaria bipartita (endemismo marroquí).
 
Otra familia, esta de mochuelos.
 
 Tras varios días en la costa Doukkala volvemos a Rabat. Nuestro avión sale a las 6 de la mañana y hay que estar a las 4 en el aeropuerto. Así que tenemos toda una tarde-noche para pasear por la capital del reino alauita.
 
 
 Rabat es una ciudad limpia y cuidada, pulquérrima si se compara con otras ciudades marroquíes. El reino habrá querido dar una buena imagen. En la foto una calle del zoco.



Como no pillamos hotel (solo podríamos dormir 3 o 4 horas) pues recorrimos todas las calles del zoco y la medina de Rabat. No podíamos comprar nada -por el tema del peso en maletas- así que gastamos los últimos dirhams en cosas "exóticas" como el zumo de caña de azúcar. Tras dormitar un poco en la cafetería del aeropuerto, nos llamaron para el papeleo de certificados covid y pasaportes. ¡¡Que indolentes y prepotentes son algunos funcionarios!! En eso Marruecos no ha cambiado desde nuestro primer viaje ¡que fue en 1980! Tiempo han tenido.

Aquí el equipo expedicionario en la "cueva de los portugueses" de Oualidia. De izq. a der.: Antonio López, José Manuel Amarillo, Iñigo Sánchez y Jerónimo Rodríguez. Viaje realizado en junio de 2022.