Como mayo a marceado pues resulta que hemos tenido unos primeros días de junio que han hecho brillar la campiña jerezana. Un agradable paseo dominical -con la excusa de catalogar dos pozos manantes del "donadío de Hinojosa", en el piedemonte de Gibalbín- nos ha sorprendido con bellas especies botánicas en flor -con alguna rareza incluída-, con bichejos pululando por doquier y siempre con unas magníficas vistas hacia la cercana Sierra de Gibalbín y hacia las montañas más altas de la provincia.
Hazia la parte del norte de Xerez se ve otra torre llamada de la Hinojosa, y oy es conocida con el nombre de torre de Pedro Diaz, cuyo donadío, era y es perteneciente á la familia de los cavalleros Hinojosas de esta ciudad, ricos homes de Castilla. Queda la dicha torre queda bajo la Sierra de Gibelvir, que suena monte grande en arábigo, y en su cumbre ay un famoso y grande castillo, cuya elevada fortaleza pudo ser en tiempo de estos arabes, el mas seguro asilo, que como estos bárbaros temían ser expulsos de estos territorios hispanos, fabricaron, en las más entrincadas asperezas, castillos y torres para su refugio y poder resistir más tiempo los assaltos de los cristianos y á la verdad es tan áspera la subida que son pocos los que allí suben en el tiempo presente, con estar tan cercada la sierra de cortijos y otras haciendas, bien abitadas de trabajadores.
Historia del estado presente y antiguo de la mui noble y mui leal ciudad de Xerez de la Frontera, por Bartholomé Gutiérrez, obra póstuma, año 1886.
Nuestro paseo va a tener siempre presente la mayor elevación de la campiña, la Sierra de Gibalbín (otrora Sierra de Gibelvir), que tuvo -según el historiador arriba citado- hasta 141 fuentes.
Una bonita Nigella con gorgojo incluído.
Cuando nos topamos con una zona en barbecho las ganas de ver plantas y bichejos nos hacen parar y dar una vuelta. Al fondo de este vergel natural la Sierra del Aljibe (izq.) y la Sierra del Valle (der.).
Mariposa blanca (Pieris rapae), de las más comunes y más difíciles de pillar quietas.
Concentración de chinches Oxycarenus lavaterae. Hay ninfas y adultos mezclados.
Dos escarabajos (Oenas fusicornis) copulando, son de la familia Meloidae y se distribuyen por la Península Ibérica y norte de África.
No pueden faltar las amapolas comunes (Papaver rhoeas).
La centaurea más común en estos herbazales: Centaurea diluta.
Nos acercamos mucho para ver las numerosas flores -todavía sin abrir- de Daucus carota. La flor central es estéril y de un bonito color púrpura, que con el paso de los días se volverá negro, pareciendo un insecto que se queda ahí posado.
Preciosa esta Linaria latifolia, exclusiva del SW de España y NW de África.
Este año, con el confinamiento, los caracoles comunes de la especie comestible Theba pisana se supone que se han recolectado mucho menos. Estos bonitos ejemplares estaban escondidos tras la flor de un cardo seco.
Campo de eneldos con el fondo de la Sierra del Aljibe. Desde la cumbre más alta hacia la izq. es término municipal de Jerez y principalmente Montes de Propios.
Uno -si no el que más- de los cardos más "inexpugnables": Onopordum nervosum. Hasta sus tallos están recubiertos de espinas.
Mirando hacia el noreste disfrutamos de una nubosa vista de la Sierra de Grazalema. Delante una población en flor de acantos.
Detalle de flores de acanto (Acanthis mollis), una planta utilizada en jardinería ya desde época romana.
Otra planta también de flores en tallos erguidos muy llamativos: Nepeta tuberosa.
Nepeta tuberosa con más detalle.
Y aún más.
Plantación de garbanzos (Cicer arietinum). Cada vaina guarda entre 1 y 3 granos. Ya está casi a punto de recolección.
Flores de borraja (Borago officinalis).
Silene muscipula, una planta de ramas y hojas pegajosas en las que se quedan atrapados los insectos que osan posarse en ella. Sobre todo pequeñas moscas (de ahí su nombre). No es una planta carnívora que se alimente de los insectos, puede que ese "pegamento" que cubre la planta sea un repelente de mal sabor para los herbívoros, que de hecho no se la comen.
Delphinium gracile. Su nombre proviene de la forma de su hoja, que parece un delfín; aunque su nombre común -espuela de caballero- viene de la forma peculiar de su flor.
Y esta fue la sorpresa del día. Nunca había visto esta planta pero sabía seguro que no era normal verla aquí. Una foto por el móvil a mi amigo Iñígo Sánchez (el botánico que mejor conoce nuestra flora) me sacó pronto de la duda. Se trata de la especie Moluccella laevis, una planta alóctona, o sea, una planta exótica introducida, ya sea de forma accidental o intencionada (en este caso lo primero).
Esta rara y bonita Moluccella laevis ya está presente en la provincia de Sevilla y era raro que no apareciera por aquí. De hecho Iñigo ya vio hace unos años alguna planta en las cercanías de Espera. Pero luego no volvió a aparecer (es una planta anual). Es originaria de Asia y sus semillas suelen llegar junto con las semillas de plantas cultivables como el girasol.
Aquí vemos un buen número de ejemplares. Esta planta se describió por un ejemplar aparecido en las islas Molucas, de ahí su nombre.
Y este es uno de los pozos manantes que estabamos buscando. Se encuentra en el piedemonte de Gibalbín, alimentándose del acuífero de esa Sierra. Sin duda es una de esas 141 fuentes de este espacio natural que relataba el pobre y cojo, pero talentoso poeta e historiador autodidacta, Bartholomé Gutierrez (Jerez de la Frontera 1701-1758).
Catalogado como Pozo-manante del Palomar de Sigüenza. Detrás la mancha verde se Sierra de Gibalbín.
Por cierto, la higuera que le da sombra y bebe de sus aguas da unos magníficos higos brevales.
El pozo se encuentra en un sitio privilegiado de la campiña. Resguardado por Gibalbín de los vientos frios del norte y con magníficas vistas al alfoz jerezano.
Este sitio ya fue elegido por los romanos para plantar una de las numerosas villæ (hacienda, propiedad agraria) que se ubicaron en esta campiña. No es difícil encontrar en superficie algún elemento arquitectónico que bien podría ser de esa época, como estos fragmentos de columnas.
O estos pilares.
Y qué decir de esta amplia suela de ladrillo de barro donde hasta hace poco debió haber alguna edificación agrícola.
Muy cerca este fragmento de piedra de molino de roca caliza (hay canteras en las laderas de Gibalbín).
Arrayán (Myrtus coomunis) en flor.
Solanum nigrum, un tomatillo silvestre.
Centaurea calcitrapa. Una planta espinosa muy común que es difícil ver en flor. Es pequeña y dura poco.
Ononis mitissima. Una belleza que apenas levantaba un palmo del suelo.
Los dátiles de la campiña -todavía verdes-. Frutos de un hermoso palmito (Chamaerops humilis).
Mas caracoles (Theba pisana) sobre un arbusto de espino morisco (Rhamnus oleoides).
Y este se ha subido hasta estas bonitas flores de Verbascum sinuatum.
Trigo a punto de recolección. Hace no muchos años para ver un trigo con este grano y este color había que esperar a julio-agosto. Actualmente, las especies son de maduración temprana, lo cual viene muy mal sobre todo a las aves que crian en la campiña.
Campo de trigo ya segado. De fondo casi todas las sierras del interior provincial.
Y esta magnífica fuente con casi 30 metros de abrevadero -a dos alturas- es el otro punto de agua que queríamos fichar para el Catálogo de Manantiales y Fuentes de Andalucía (www.conocetusfuentes.com).
Por desgracia debe llevar años seca pero se trata de una magnífica obra-estructura hidráulica. Los numerosos "pinchazos" que hay por encima de este lugar han secado los veneros que alimentaban a esta fuente alimentada por un pozo artesiano.
Al estar ubicado en una vaguada el agua subterránea afloraba por un pozo excavado en el sitio preciso (el que se ve con brocal de ladrillo) que llenaba, por rebosamiento, esta alberca semicircular. De aquí, con una tubería de plomo, se iba procurando el agua a los abrevaderos según las necesidades. Un ingenio hidráulico digno de recuparse y protegerse pero que está en serio peligro, ya que se pretende abrir una cantera para extracción de piedra y grava en el mismo cerro donde este pozo se encuentra.
Un magnífico membrillero se cría junto al pozo. Volveremos en otoño a ver si hacemos una buena compota con algunos de ellos.
También hay un gran arbusto del ricino (Ricinus communis) que ahora está en flor.
Para acabar un par de imágenes más de la campiña. Cerros moldeados y romos después de siglos de agricultura. Un pasisaje muy humanizado por tanto.
Y la Sierra de Gibalbín vista por el hueco de una traviesa hueca de tren, de esas reutilizadas para montar alambradas.
Y estos brevales, ya en sazón, se vinieron para casa.
Que maravilla, el lunes subí hasta el pico de La Morella en el macizo de El Garraf, está muy verde para la época del año lleno de bichos y flores, lo que hizo que me acordara de vosotros.
ResponderEliminarSalut
me encantan vuestros paseos, son una belleza y tan bien documentados, como los antiguos románticos. GRACIAS
ResponderEliminarMuchas gracias por compartir tu reportaje. Muy buen trabajo, siempre aprendo de insectos y de flores, además de la historia del lugar.
ResponderEliminarUn saludo tocayo.
JMF
PRECIOSO DOCUMENTAL GRACIAS.
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