"Delectando pariterque monendo" Horacio

1 ene 2019

El extraño caso de las pinturas de Algodonales




"La duda es madre de la invención"
Galileo Galilei


 Cualquiera que consulte la base de datos del Patrimonio Inmueble de Andalucía y busque la lista de Algodonales, bello pueblo blanco de la provincia de Cádiz, verá que cuenta con 47 registros. Además de interesantes molinos, casas, cortijos, fuentes, puentes, etc..., aparecen nada menos que 7 enclaves con pinturas rupestres en la Sierra de Líjar. Estas pinturas se dieron a conocer, en 1980, por la arqueóloga belga Lya Dams en una conferencia de un Simposium sobre arte rupestre. Parece que fue suficiente para que dichas pinturas se declararan "patrimonio", aunque nunca fueron estudiadas por otro experto (según se recoge en la propia base de datos: "Deberían estudiarse nuevamente para discernir si realmente existen representaciones prehistóricas o son todas modernas"). Hace pocos días quedamos con nuestro amigo Simón Blanco (de APAS) para desplazarnos a Algodonales y allí vernos con el cronista y estudioso local José Luis Sánchez, maestro jubilado al que muchos conocemos como "Maese Algodonales", para recorrer los tajos y cuevas de Líjar que asoman al pueblo y poder conocer dichas pinturas.  
  
 Desde la plaza principal de Algodonales, donde hemos quedado con Maese Algodonales, podemos ver los tajos por donde nos vamos a mover y donde buscar las intrigantes pinturas.
 
 Estas son las pinturas rupestres que Dams calcó en Algodonales. No se parecen en nada a los estilos de nuestra región (véase La Pileta de Benaoján o el Arte Sureño de las sierras del sur).

Nuestro ascenso comienza en la Ermita de la Virgencita. Justo aquí se encontró un tesorillo de monedas árabes, por lo que este lugar también está catalogado.

 Ya desde aquí las vistas merecen la pena. Hacia el sur se levanta el PN Sierra de Grazalema y el pueblo de Zahara de la Sierra.

 Y bajo nosotros se extiende el blanco caserío de Algodonales.

 Andaremos con cuidado para no pisar los bellos lirios de invierno (Juno planifolia), que están a máxima floración sobre cualquier tapete de hierba.

 Juno planifolia.

 Un pinar de repoblación conforma un medio círculo vital sobre Algodonales. Estos pinares de rápido crecimiento se plantaron sobre varios pueblos de la sierra para contener el terreno y evitar la caída de grandes rocas. No estaría mal ir clareando este bosque para que las especies de árboles autóctonos progresen y ocupen su lugar.

En el siglo pasado estos montes sufrieron una fuerte deforestación cuando crecían las poblaciones...

... y la demanda de leña y carbón, que era un artículo de primera necesidad para calentarse y cocinar.

Como refuerzo al pinar se han instalado una serie de barreras metálicas de gran capacidad para contener derrumbes. El sendero aprovecha un hueco para tomar altura.

 
 Los tajos están cerca.

 Nódulo de sílex -o pedernal- incrustado en caliza y seccionado tras algún derrumbe.

 Nuestro guía de excepción es el amigo Fernando. Un algodonaleño enamorado y buen conocedor de esta sierra. "Maese Algodonales" está lesionado y ha encomendado a Fernando que nos acompañe.

 Encaramados sobre algún peñasco ya tenemos una visión completa y hermosa de Algodonales.

 En grietas de la roca podemos ver este pequeño helecho habituado a zonas secas y soleadas. La doradilla vellosa (Cosentinia vellea).

Simón trepa hasta una terraza donde se advierten grafitis. Son nombres y letras escritas por visitantes poco respetuosos. Puede que tapen algún dibujo anterior. Lya Dams, que recorrió estos sitios acompañada por su marido -el ingeniero Marcel Dams-, escribió en un artículo posterior a 1980 que las pinturas de Algodonales estaban semi-ocultas por pintadas de gente que sube aquí.

Nos llama la atención una covacha de difícil acceso. Tan complicado que allí no encontramos nada de interés.

Salvo este lirio de invierno "rupícola", que ha aprovechado esta grieta en una pared vertical para crecer y florecer.

 
 Dams denomina o titula su descubrimiento como la "La roche peinte d'Algodonales" (La roca pintada de Algodonales); en ningún momento cita una cueva o un abrigo. Además Maese, que conoce las pinturas de hace años, nos avisó que debemos buscar en rocas aisladas y en paredes a la intemperie.

De hecho, en algunas rocas observamos restos de pintura (en este caso azul) pero muy desgastadas e irreconocibles. Esta roca está calzada con rocas pequeñas y cemento (a la izq.) para que no ruede ladera abajo.

 
Bonito ejemplar de Iberus loxanus. Caracol endémico de las sierras calizas andaluzas.

De pequeños, los Iberus loxanus suelen desplazarse en busca de un hueco donde refugiarse y poder hacer una vida más sedentaria. Suelen adentrarse en las estrechas grietas y en los huecos de la roca donde no les falta alimento (musgo, líquenes y restos de materia orgánica). Algunos se sienten tan seguros que va pasando el tiempo y van creciendo hasta tal punto que sus conchas, que pueden pasar de 3 cm. de diámetro, no les dejan salir del hueco donde se metieron. Acaban sus ciclos, sin remedio, en las mismas "cárceles de roca" que les han dado la vida. En la foto un Iberus con la concha muerta (descalcificada) mayor que el hueco por donde entró.

No faltaron buitres sobrevolándonos. En Sierra de Líjar hay una buena población.

Por fin nuestro guía Fernando, tras varias vueltas por el laberinto de paredes y rocas, da con algunas de las pinturas rupestres (rupestres porque están pintadas en la pared). Se pueden ver círculos y un danzante de un color azul que destaca sobremanera.

Detalle del danzante azul junto a otro dibujo que parace una planta o arbusto.

Muy cerca otra figura en rojo que parece saludar al visitante. A su lado otros trazos rojos difíciles de identificar. ¿Quién pintó esto en estas paredes tan expuestas al sol, la lluvia y otras inclemencias? Maese Algodonales nos habló de un tal Diego Escorza Márquez. Un hombre del pueblo bohemio que lo mismo escribía una poesía, que pintaba un cuadro, o que se subía a la sierra con varios botes de pintura y pintaba lo que le venía en ganas. Diego, ya muy mayor, se fue a vivir cuidado por su familia, emigrada en el norte de España. Maese nos contó como los chavales de Algodonales, de hace medio siglo, subían a la Sierra a buscar los dibujos de Diego, como una especie de juego del escondite entre las rocas y tajos.

 En el cemento de un murete de los que aguantan las rocas sueltas llegamos a ver una firma de "DIEGO EL ..." fechada en 1986.

 En otro tajo, Simón encuentra una especie de hornacina natural.

 En el hueco sobresale una forma natural creada por la decantación de una filtración de agua. Una especie de estalactita pero adosada a la pared vertical. Allí Diego adivinó una especie de virgen a la que pintó -en azul- cara, brazos y hasta una luna en cuarto creciente abajo, símbolo típico de la iconografía mariana (sobre todo la Inmaculada).

 
 Los trazos de estas pinturas modernas, de hace apenas 40-50 años, como vemos se están perdiendo. La Sierra de Líjar, como parte del macizo grazalemeño, recoge muchos litros de lluvia al año. Este agua brota por fantásticos manantiales a pie de monte (en la foto la cercana Fuente de los Dornajos) y también rezume por grietas y paredes de la sierra. En pocos años la humedad, los líquenes y musgos habrán hecho desaparecer los dibujos de Diego. Muchos ya habrán desaparecido. Puede que todas esas "pinturas rupestres" que Lya Dams calcó antes de 1980 ya no existan. 
 
 Una lagartija se solea a mediodía aunque estemos a finales de diciembre.
 
 Si este gigante de piedra hablara quizás nos contaría como vió pasar por aquí a un interesado matrimonio extranjero, concretamente belgas. Estos, tras visitar unos conocidos abrigos con pinturas en el sur de la provincia -antaño estudiados por el insigne abate Breuil- se trasladaban a Benaoján, donde visitarían y estudiarían la famosa Cueva de la Pileta. Habían parado para descansar en Algodonales y desde la plaza, mirando hacia arriba, vieron lo tajos y cuevas de la Sierra de Líjar. Preguntando a un lugareño este les dijo que allí había pinturas por casi todas las piedras. Del bohemio Diego Escorza, que gustaba de andar por aquellos peñascales cargado con pequeñas latas de Titanlux, no les dijo nada. Si les habló de una cueva, Cueva Santa, tan oscura y profunda que cruzaba por las entrañas de la sierra hasta asomar por el otro lado. Varios chavales del pueblo se ofrecieron a subirlos allí, y así fue. Con sus ganas y avidez de encontrar nuevas pinturas los belgas copiaron y calcaron aquellos dibujos que se repartían por acá y acullá. Poco después los difundían en un importante simposio en Madrid. La mayoría eran figuras humanas en actitudes danzantes. Para algunos colegas eran pinturas difíciles de clasificar en una determinada edad prehistórica. Todavía hoy son un misterio.
(Que conste que esta breve historia tiene parte de verdad y parte inventada. El gigante de piedra si existe y está allí, con la cabeza en tenguerengue que da miedo tocarla no sea que corra hacia abajo).

 
 No encontramos más pinturas completas, sí restos de manchas rojas y azules sin ningún sentido. Ya que estamos aquí arriba disfrutamos un rato escuchando los avatares de Fernando. Y viendo los buitres volar, a nuestra altura y por debajo, con el fondo del pico San Cristóbal...

 ... el Pinsapar de Grazalema y los cortados de la Garganta Verde de Zahara.

 Le pedimos a Fernando que nos acerque a Cueva Santa. Por el camino vemos el primer narciso "meadodezorra" en flor de esta temporada (Narcissus papyraceus).

 En la boca de Cueva Santa también hay restos de pintura (indescifrables). Se trata de una cavidad conocida de siempre y una famosa excursión de la gente del pueblo.
La ficha de patrimonio dice que en ella se ha encontrado "cerámica prehistórica hecha a mano y restos de lucernas árabes". Maese nos cuenta que de niño la recorría con sus amigos, alumbrados con viejas gomas de zapato encendidas: "salíamos con la cara tiznada y las manos quemadas por las gotas de caucho derretidas".

 Estuvimos un rato en la cueva, solo en la primera y segunda sala, accesibles a pie y sin dificultad. Por allí volaban polillas excitadas por la luz de nuestras linternas. 

 
Polilla Alucita sp. Las paredes estaban llenas de telarañas. Y como las arañas de las cuevas son interesantes hicimos algunas fotos para nuestro amigo Íñigo.

  Ejemplar de Pholcus phalangioides. Especie típica de cuevas o del interior de edificios. Rara vez al aire libre.

  En la tercera sala oímos el sonido típico de murciélagos por lo que no molestamos más en esa zona.

 Tegenaria sp. con la piel mudada arriba.

 Otra Tegenaria buscando refugio en el fondo de su telaraña.
 
 La oscuridad de las paredes denotan ocupación y visitas de la cueva puede que durante siglos.
 
 Formaciones típicas de cuevas: una columna estalactítica y pliegues de roca.

 
 En los claros del pinar el aroma es una delicia. Esta plantita tiene la culpa: Satureja cuneifolia. Es rica en éteres y además una especie europea que tiene en esta sierra la población más occidental del planeta. Estudios químicos aseguran que su extracto, rico en carvacrol, borneol y thymol, tiene propiedades medicinales. Se han detectado efectos beneficiosos sobre bacterias como Staphylococcus aureus, que provoca serias infecciones en seres humanos, así como en la temida Legionela. También sobre el hongo que provoca la candidiasis. En Europa oriental se toma en infusión sus partes florales por sus propiedades estimulantes y carminativas.
 
 Simón me avisa de que por allí anda un negro escarabajo que con el sol tiene un brillo metálico. Se trata de un Timarcha sp. Se conocen como los escarabajos sangrantes. Cuando algún depredador les molesta excreta por la boca y por unas glándulas de las patas un  líquido rojo y nauseabundo (se llama hemolinfa) para disuadir al posible comensal. No es peligroso para los humanos pero puede asegurar que la mancha en la piel dura bastante tiempo.

Bajamos de la Sierra sin habernos aclarado sobre las pinturas que Lya Dams viera y catalogara hace 40 años. O quizás sí. Dams tiene publicados, además de Algodonales, varios estudios sobre el arte rupestre ibérico (véase Cueva de la Pileta, Cueva de Nerja y Cuevas del Levante español). En Cádiz descubrió un abrigo con pinturas en Los Barrios (Huerta de las Pilas, 1984), sobre el cual los expertos dudan de su veracidad. El trabajo donde se publicó, dedicado al arte levantino no tiene buenas críticas (ver abajo).

 Tras comentar lo que hemos visto con Maese este nos invita a pasar la tarde visitando un abrigo en areniscas. Es curioso, pero por mor de la orogenia, en el término municipal de Algodonales se dan los afloramientos de rocas areniscas aljíbicas más al norte que conozcamos. Y rodeados de grandes sierras calizas!!

 Son varios cerros y peñascos en torno al Puerto del Mochuelo. El suelo permite incluso que aquí se de un  singular bosquete de alcornoques. Por cierto, parece que nunca descorchados.

Bloque de arenisca con fuerte erosión en el centro de la roca (anillos de Liesengang).

 Y este es el abrigo en areniscas más norteño que conozcamos. Primero la erosión natural empezó a degradar la roca.

 
 Los pastores del lugar vieron que aquel era un buen lugar para resguardarse. Mejor que los chozos con paredes de piedra suelta y techo vegetal.

 Y entonces picaron más y más hasta convertir el hueco en un lugar más cómodo. Incluso con un pretil para sentarse y un hueco para hacer un fuego.

 Ya los pastores duermen de noche en casa y por eso algún animalillo aprovecha la chozo-cueva como refugio. Como esta grandota y bonita araña a la que le falta una pata (Eusparassus sp.).

 Por fuera se solea este robusto escarabajo (Scaurus uncinus).

Muy cerca vemos este pozo manante cuya pared circular está montada tanto con rocas de arenisca como calizas.

 A su lado se deshace un curioso abrevadero de mampostería adecuado para que beba tanto el ganado alto (vacuno, caballar) como bajo (ovino, caprino, cerdal). Ya en casa vimos que no estaba catalogado y lo subimos aunque nuestros acompañantes no sabían su nombre.

Una jornada completa en Algodonales de la que sacamos algunas conclusiones.

Gracias a Fernando y a Maese por su colaboración. Volveremos a vernos. Ya tenemos otra visita pendiente!!  






13 comentarios:

  1. Que bueno!!! AL final la jornada dio frutos... aunque no fueran los esperados!

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  2. Interesante como todas tus publicaciones.

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  3. Curioso reportaje, gracias por ese trabajo tan minucioso que haces. Saludos.

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  4. Enlace a un articulo escrito por los Dams en frances:

    https://gredos.usal.es/jspui/bitstream/10366/71306/1/Quelques_considerations_sur_l%27Art_Rupest.pdf

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    1. Ese ya lo conozco, el que no consigo es este: DAMS,L. et M. (1979): «La roche peinte d'Algodonales». Altamira Symposium, Madrid, pp. 475-494.

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  5. El misterio esta resuelto y con bonitas fotografías.
    Salut

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  6. Buen reportaje de un día bien aprovechado aunque no se encontrara el "buscado objeto que nunca existió".
    Esas pinturas publicadas por los belgas las pintó Dieguito, unas eran copias de antiguas pinturas africanas que Diego vio en la Enciclopedia Espasa que era la única fuente a nuestro alcance en aquellos años.
    Otras eran pinturas que reproducían escenas religiosas etc.
    Lo que realmente merece la pena es el abrigo de arenisca que tiene unos tres metros de profundidad, 1,80 de altura y 2,50 de anchura.
    José Manuel, en visita posterior al lugar he visto un conjunto de grandes piedras alineadas que tienen toda la pinta de haber sido colocadas allí artificialmente porque en el lugar que ocupan lo que hay es tierra y están todas juntas y alineadas, algunas tienen curiosas formas.

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  7. Gracias por tu colaboración en esta historia Maese!!

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  8. David Duran Fernandez8 de abril de 2019, 15:07

    Interesante articulo, compañeros...!!!. Además de esa zona que ustedes visitaron (pinturas de Dieguito) en La Sierra de Lijar, existen pinturas rupestres 100% originales y que nunca fueron repasadas por nadie... antropomorfos y arte esquemático muy similar al de otras áreas de la provincia!!!. Existen numerosos datos arqueológicos, que indican una gran actividad antrópica en La Sierra de Lijar; que comenzó en el paleolítico y aumento significativamente, durante el periodo neolítico y más tarde en el calcolítico. Mi humilde opinión personal es que la estratégica posición geográfica, determinó la historia de estos enclaves... La Sierra de Lijar esta flanqueada por dos grandes cuencas fluviales, el Guadalete y el Guadalquivir. Ya bien saben ustedes la importancia biológica y cultural, que esto supone... es la divisoria natural, entre las culturas atlánticas y las mediterraneas...!!!. Un saludo

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