Sus alrededores son de un agradable aspecto, con viñedos, olivares e higueras. El terreno produce también
trigo y los artículos de subsistencia están a un precio razonable”.
Al-Idrísi,
geógrafo y cartógrafo (Ceuta, 1100 - Palermo, 1165)
“Jerez
es una de las ciudades que quiero guardar en mi recuerdo. Imagínate, es
una llanura ondulada, que en primavera debe estar verde, pero que en este mes
es como el Sahara con una ciudad enteramente blanca, pero blanca a mas no
poder. En ninguna parte el blanco, demasiado intenso, deslumbra tanto como en Jerez”.
Pierre Louÿs, poeta y escritor (Gante, 1870 - París, 1925)
Pierre Louÿs, poeta y escritor (Gante, 1870 - París, 1925)
Está claro que estos dos viajeros no pasaron por Jerez
en la misma estación del año. Y por supuesto ni en la misma época. Al-Idrisi, en
el siglo XII, describe una campiña verde y frondosa, con viñas a pesar de ser
una ciudad musulmana; es de suponer que estuvo en primavera. El flamenco
Louÿs, del que se sabe pasó por estos lares varios meses por motivos de
salud, estuvo unos días de septiembre de 1896 y describe la campiña como algo
parecido al desierto. Era poeta y puede que algo exagerado, porque hasta en
verano Jerez se puede ver rodeado de verdes y tupidos viñedos. Y mas en los inicios del XIX,
que había mas viñas que hoy en día. La conclusión es que depende del momento en
que llegues a un lugar la sensación puede variar como de la noche al día.
En esta ocasión hemos querido pasear en verano por la
campiña. Un lugar que no es muy recomendable por la fuerte canícula que por
aquí sufrimos. Pero... si se madruga bastante y se vuelve antes del mediodía es
posible descubrir rincones frescos y una naturaleza escondida de las horas
de máximo rigor.
Todavía no ha amanecido cuando quedamos para un paseo muy mañanero (y corto) por la campiña en torno a Jerez. Son las horas mas frescas del día. Hasta cuando sopla el fastidioso viento de levante este resulta agradable y refrescante después de una noche de infaustos sudores.
Hasta cuesta encontrar algún bar o venta abierta a estas horas. Pero hay que desayunar.
Aparecen, casi horizontales todavía, los primeros rayos del sol sobre estos bonitos y curiosos caracoles con su espiral plana y escalonada. Son de la especie Theba pisana arietina. Un caracol cuya única población del planeta se encuentra en la Sierra de San Cristóbal, esa pequeña elevación que separa la campiña del litoral y que hace que los frescos aires marinos de la Bahía de Cádiz apenas se noten en Jerez.
El leve fresco de la mañana hace que algunos insectos voladores dormiten o permanezcan inmóviles. Y aprovechamos para hacerles fotos mas fáciles que a otras horas del día. Junto a jóvenes caracolillos endémicos podemos ver una libélula, la Trithemis kirbyi, una especie africana que está colonizando Europa. Se vio por primera vez, en 2003, en la isla de Cerdeña. En 2007 en Manilva (Málaga) y desde entonces se ha ido extendiendo por Andalucía, Valencia, Cataluña, Extremadura. Curiosamente todavía no en Portugal. Las primeras observaciones en Cádiz fueron en 2009, por nuestro amigo Arturo Bernal, en los ríos Hozgarganta, Guadarranque y Majaceite.
El calor mueve algunos insectos voladores como esta chinche de placa: el pentatómido Carpocoris mediterraneus. Al posarse sobre un cardo con pulgones las hormigas Crematogaster aubertii (que cuidan de los pulgones) le muerden las patas para expulsarlo (gracias a Manuel Baena e Íñigo Sánchez por las identificaciones).
Otro bichejo curioso que esperaba a calentarse para echar a volar, el neuróptero Myrmecaelurus trigrammus, la única especie de hormiga león de su género. He buscado citas en BV y en "Los mirmeleónidos (hormigas-león) de la Península Ibérica e Islas Baleares" (de Montserrat y Acevedo) y no aparece en Cádiz. La Sierra San Cristóbal sigue dando novedades.
Y en el piedemonte de la sierra, muy cerca ya de las marismas portuenses, encontramos varios ejemplares de una flor rara en la provincia. Hace años era una planta habitual en jardines por lo que actualmente se encuentra de manera naturalizada. Sabemos de algunas citas que nos han comentado algunos amigos botánicos (Jr. Aragón, Juanjo Rubal y Javier Fdez. de Bobadilla). Se trata de Consolida ajacis, una ranunculácea de aspecto similar al género Delphinium. F.I. la cita en todas las provincias andaluzas menos en Cádiz. Tendrán que actualizarse.
Cynanchum acutum subsp. acutum, una trepadora de aspecto similar a la "correhuela" pero con flores diferentes, de forma estrellada.
Eurydema ornata, chinche del jaramago, en su forma tricolor.
Bajamos a tierras de labor en busca de una planta ruderal (que ya estaba seca) y nos sobrevuela un bando de ruidosas canasteras (Glareola pratincola).
Las pobres aves están alarmadas por haber perdido sus nidos tras el paso de un tractor levantando el terreno. Estas aves anidan en el suelo, en zonas abiertas, y esta colonia ha perdido posiblemente ya a sus pollos. Se posan sobre los terrones en busca de una nidada que ya no existe.
Cerca de la costa, en una zona de arenas y pinar, encontramos una población de Verbascum masguindalii (con Iñigo Sánchez). Es un gordolobo muy raro con muy pocas poblaciones repartidas entre Marruecos, Huelva y Cádiz. Contamos unos 150 ejemplares, la mayoría hojas basales como la foto que florecerán el año próximo. Estaremos atentos.
Scaurus sp. Un escarabajo de patas gruesas y fuertes.
Otro día, también bien temprano, nos vamos mas al interior.
Queremos visitar un paraje entre ríos donde todavía quedan ventas como las de antes. Donde venden casi de todo para el campo. La muestra de navajas no desmerece de una venta albaceteña.
La venta y el paraje se llama "La Junta de los Ríos". El lugar donde el río Guadalete y el Majaceite vuelven a coincidir después de nacer ambos en Grazalema y separarse por mor de la orografía serrana.
El viejo puente de hierro, que acabará desapareciendo por la labor conjunta de los ladrones de metal y por el óxido, se asienta sobre pilastras y bastiones construidos con roca calcarenita. La erosión también hace de las suyas en esta piedra tan deleznable donde asoman miles de conchas fósiles.
Queremos dar una paseo por este lugar fresco y verde hasta en pleno verano. Además dos obras de ingeniería hidráulica llaman la atención de todo el que pasa por allí. Los sifones en arco que salvan ambos ríos.
Estas grandes tuberías fueron construidas en los años 20 del pasado siglo. Estaban destinadas al
trasvase del agua procedente del pantano de Guadalcacín, que bajaba por canales de riego por la orilla izq. del Majaceite, y así pasar el agua a las zonas de riego de Jédula (Arcos) y llanos de Caulina (Jerez). Estos sifones, llamados en la zona "las morcillas" (por su forma) entraron en funcionamiento en 1922
y continúan en servicio en la actualidad. Los sifones están construidos
en hormigón y se elevan unos 20 metros por encima del cauce. Por estas
estructuras se pueden cruzar los ríos
aprovechando los escalones construidos en la parte externa de las
tuberías.
Subir por estos empinados escalones supone alcanzar la altura de la alameda que acompaña al río por esta zona de la campiña. Una visión privilegiada, como si nos eleváramos en un dron (tan de moda en estos tiempos).
Desde el castillete que corona la parte mas alta hay buenas vistas a la campiña.
Desde un "sifón" se puede ver su gemelo, en este caso el del río Majaceite.
Bajamos a la punta de tierra que queda entre los dos ríos antes de unirse. No se si tendrá algún nombre este tipo de accidente geográfico (¿península fluvial?). Es un espacio verde con bastante vegetación.
Allí crecen altos plantones de cañota (Sorghum halepense). La cañota ha sido cultivada, como su pariente el sorgo común (Sorghum bicolor), como planta forrajera. Pero sus hojas frescas contienen un compuesto de cianuro que intoxica al ganado. La especie es nativa del Mediterráneo Oriental pero está presente en la Península Ibérica al menos desde el siglo XIX. Algunos autores sitúan su origen en Siria, región de Alepo, de ahí su nombre científico.
En sus espigas o panículas vemos unos nidos de seda y fuera de algunos esta especie de araña de largas patas y casi mimetizada: Cheiracanthium cf. punctorium.
Paspalus cargado con sus diminutas flores rojizas.
Agallas de Leptocybe invasa, una avispa, sobre ramitas y hojas de eucalipto.
Nos acercamos a la orilla para ver el río mas de cerca. Arriba el tubo-sifón del Majaceite, que utilizaremos para salir de esta península fluvial.
Tan cerca del agua vemos esta exuvia (exoesqueleto abandonado tras la muda) de libélula que ya estará volando lejos.
Planta de las que gustan estar junto al agua: menta de lobo (Lycopus aeropaeus).
Una Cuscuta sp., con sus pequeñas flores blancas, trepando y enlazándose (para alimentarse, es parásita) en un tallo verde.
En un arbusto de Salix purpurea vemos una agalla con el aspecto de una pequeña patata en sus hojas. Dentro de este tumor vegetal estará la larva de una avispa: Pontania viminalis (gracias a I. Sánchez por la id.).
Mosca con aspecto de avispa para asustar o engañar a sus depredadores. He llegado al género Sphaerophoria y la que mas se parece es Sphaerophoria rueppelli.
Una planta en flor típica de áreas húmedas Lythrum salicaria.
Y nos disponemos a pasar la segunda "morcilla" de hormigón tubular. La
sección interior del tubo es de 2,50 m. y cada arco tiene una luz de 40 m salvando así el cauce
de los ríos sin apoyos centrales.
Los escalones iniciales son mas altos y empinados, por lo que hay pasar con cuidado. Si se padece de vértigo mejor no subir.
El Majaceite y el Puente de Hierro desde la subida.
Mirando atrás vemos el sifón del Guadalete.
Una autofoto con el amigo Pepe Merino desde el castillete.
El río Majaceite casi a vista de dron.
El ingeniero que diseñó esta obra hidráulica fue el jerezano Pedro Miguel González Quijano, quien fuera también ingeniero y director de la presa de Guadalcacín. Obtuvo por esta obra un gran reconocimiento.
Para acceder a los sifones en arco del Guadalete y del Majaceite es necesario tener permiso. Podemos aproximarnos hasta sus cercanías a través de
un sendero que corre en paralelo a la ribera. En todo caso, el acceso
sin permiso no está permitido.
De vuelta de la Junta de los Ríos (a unos 20 min. de Jerez) paramos en lugar muy curioso de la campiña.
Para acercarnos a este paraje hay que pasar cerca de un viñedo. En pleno verano las cepas están bien verdes y aún creciendo.
Allí encontramos un árbol cargado de pequeñas flores. Es un azufaifo (Ziziphus jujuba) especie originaria de China, cultivada desde antiguo (al parecer la introdujeron los árabes) por sus frutos comestibles.
Todavía encontramos cardos en flor. Como este Onopordum nervosum.
Y mientras hacemos la foto aparece una avispa de ojos verdes y luego otra (un "avispo" en este caso) y ambas se dedican a la procreación.
Muy cerca acecha esta mantis de un vistoso color azul.
El agarramoños (Xanthium spinosum) es una planta originaria de sudamérica que se puede encontrar en medio mundo. Con esas largas espinas pocos animales se atreven a comerla. Se dice que su fruto, capaz de engancharse en cualquier animal o persona que pase por su lado, fue precursor del invento del velcro: "En 1941 y tras volver de un paseo por el campo con su perro, el
ingeniero suizo George de Mestral, descubrió lo complicado que resultaba
desenganchar de sus pantalones y del pelaje de su perro las flores de
arrancamoños. Eso dio pie a la invención del Velcro".
Pequeño saltamontes.
Parece que estamos en una marisma o salina de la Bahía de Cádiz.
Incluso la flora es de parajes costeros, como las salicornias o esta especie de almajo: Suaeda splendens.
El humedal de Las Salinillas de Estella se nos muestra en verano (casi) seco y cubierto de blanca sal.
Al menos tres manantiales, a los que es peligroso acercarse (el terreno se hunde bajo nuestros pies), siguen manando agua salada en el centro de la lagunilla. Un lugareño nos contó que vio a un burrillo caer en uno de esos pozos y desaparecer sin remedio.
Nuestros amigos García Lázaro han publicado varios trabajos sobre este y otros singulares parajes salinos en el entorno de Jerez (www.entornoajerez.com) habiendo recogido citas incluso de la Edad Media, cuando a este lugar se acercaba la gente para recoger la preciada sal.
De vuelta a la ciudad, cuando ya el sol cae a plomo sobre la campiña, cruzamos por un huerto cuidado por un vecino de Estella. Nos saluda y nos enseña sus planteras. Lo que recoge es para consumo familiar y no lo vende; pero nos obsequia con una buena remesa de tomates, pimientos y pepinos recién colectados y que solo conocen el agua para crecer y "engordar".
Poco después, ya en casa, saboreamos estos frutos de huerto recién cogidos y sazonados con unos granos de sal de La Salinilla de Estella. Todo un lujo que no esperábamos en ese tórrido día de julio en la campiña.
Para acabar unas vistas de la campiña, con viñedos y a mediados de julio, pleno verano. El verde destaca sobre la blanca tierra albariza. No recuerda al Sáhara esta visión, pero la poesía es un arte. (Viñas de Cerro de Obregón y Las Cañas).
Para acabar unas vistas de la campiña, con viñedos y a mediados de julio, pleno verano. El verde destaca sobre la blanca tierra albariza. No recuerda al Sáhara esta visión, pero la poesía es un arte. (Viñas de Cerro de Obregón y Las Cañas).
Atardecer de julio en la campiña de Jerez. |
Precioso reportaje!!!!
ResponderEliminarUn buena excursión, los sifones me parece muy ingeniosos, ni Calatrava.
ResponderEliminarSalud
MUY INTERSANTE
ResponderEliminarMe encantó!!!
ResponderEliminarComo siempre
Gracias y saludos