"Delectando pariterque monendo" Horacio

27 mar 2014

PASEOS de INVIERNO 2013-14 (2ª entrega)


“Hijo mío, la felicidad está hecha de pequeñas cosas: un pequeño yate, una pequeña mansión, una pequeña fortuna… o un pequeño paseo por la sierra, un pequeño paseo por el bosque…”

de Groucho Marx y cosecha propia (al alimón)


SEGUNDA PARTE DE LOS PASEOS INVERNALES 2013-2014 QUE TENIAMOS PENDIENTES POR SUBIR AL BLOG . EN ESTA OCASION SE TRATA DE PASEOS POR EL CENTRO Y SUR PROVINCIAL: LOS ALCORNOCALES Y EL LITORAL JANDEÑO.

 
El Parque Natural de Los Alcornocales es un paraíso para naturalistas, senderistas, amantes de la historia, aficionados a la fotografía, interesados por paisajes geologicos, etc., etc... Y lo tenemos ahí mismo, al lado de casa.

 
Sierra Momia es una de las sierras alcornocaleñas que mas nos gustan; no ha faltado que la visitemos en este invierno.

 
Y en los primeros dias de enero tuvimos la suerte de encontrar una serie de trazos pintados en la pared de un abrigo. En la foto superior el color original y abajo resaltado digitalmente. Se trata de varias líneas de puntos (motivo que ya aparece en otras cuevas de Sierra Momia) y una figura antropomorfa. La erosión ha hecho que se pierda el resto del conjunto rupestre.

 
Tambien encontramos llamativas setas como estas en Sierra Momia.

 
Otro paseo y otro rincón mágico de Los Alcornocales.

Dos especies mas de seta. A la izq. un níscalo o similar y a la derecha dos jóvenes ejemplares de Clathrus ruber, con aspecto de "balón de reglamento" pero que luego tendrán un aspecto de los mas raros.

Dos especies botánicas de belleza invernal: a la izq.: flor de Romulea gaditana y a la der. semillas a punto de volar de Clematis cirrhosa.

Otro abrigo, este sin pinturas pero de extraordinaria belleza, en Los Alcornocales. Fuera, disfrutando de las vistas y de un cálido sol de invierno los amigos Pepi N. y Pepe G. de Puerto Real.

En invierno florece, sobre roquedos de arenisca, el escobón gaditano (Teline tribracteolata). Planta rara (con solo 4 o 5 poblaciones) y endémica de estas sierras del sur.

Abrigo aprovechado, seguro que durante siglos, por pastores y gente del monte.

El mismo abrigo por dentro.

El agua corre sobre la arenisca ahondando los surcos.

Con las lluvias invernales los huecos naturales (y los artificiales también: tumbas) en la roca arenisca se convierten en abrevaderos naturales.

 
Y también en fuentes efímeras (lo que dure el agua) de vida. En este charco temporal vimos pequeños bichejos de un verde transparente con una pequeña mota roja encima. Tras consultar con nuestro amigo Juan G. de L. nos informó que se trata de un crustáceo branquiópodo del género Tanymastix (Tanymastix stagnalis). Estas son hembras cargadas con sus rojos saquitos de huevos. La microfauna de Los Alcornocales.

 
Este alcornoque acumula capas de corcho por la dificultad de extraerlo, al estar pegado a una laja de arenisca.

 
Otra pequeña cueva casi oculta por los brezos.

 
Y dentro. algunos trazos casi perdidos de arte rupestre.

Otra cueva mas, en compañía de los amigos Pepe M. y Simón B.

Esta si tiene pinturas, de hecho está catalogada y la íbamos buscando.

Figuras antropomorfas que parecen cruces y un símbolo circular que podría ser femenino.

Pintura esquemática neolítica que nos recuerda la huella del casco de un équido.

 
Un gamón (Asphodelus sp.) a punto de florecer con una oruga acechando.

 
Un ejemplar de drosófila o atrapamoscas (Drosophyllum lusitanicum) encajada en una grieta.

Un ejemplar de Tama edwardsi. Araña que hasta hace poco no estaba citada en nuesta provincia. 

 
Marian, Pili y Pepe trepan sobre una cuarteada laja para disfrutar de mejores vistas.

Aprovechando un paso natural entre lajas para perder altura.

Precioso ramillete de romúleas (Romulea bulbocodium).

 
Y a este "curita" (fam. Meloidae) lo pillamos alimentándose, precisamente, de una romúlea.

Panorámica de un farallón de lajas escalonadas en un aislado cordal de Los Alcornocales.

Un buitre leonado (Gyps fulvus) posa para nuestras cámaras.

Pequeño arco de roca.

 
Y aquí uno de esos grandes arcos que, de vez en cuando, aparecen en lajas aisladas y azotadas por el fuerte viento.

El mismo arco de roca desde otra perspectiva.

Una ladera llena de lajas.

 
Fritillaria lusitanica. En la península hay cinco especies de esta flor. Esta es la mas extendida, siendo fácil encontrar en Los Alcornocales.

Sobre esta inclinada laja de arenisca, justo en su borde inferior ya mas horizontal, se asienta una necrópolis de tumbas antropomorfas. Un lugar mágico desde tiempos remotos.

Lugar ideal para descansar este quejigo cuyo tronco está tumbado junto a un alfanje.

 
Sobre una "peluda" ramita de Nonea sp. descansa esta blanquiverde "mariposa de la mostaza" (Pontia daplidice).

Un rincón del Arroyo de Peguera, que vierte sus aguas al Embalse del Barbate, casi cubierto con hojas de quejigo.

 
Y de una bellota de quejigo sale esta plántula de un futuro roble andaluz; si no acaba antes en la panza de algún jabalí o de cualquier herbívoro.

 
Y dejamos Los Alcornocales para acercarnos a la costa barbateña.

 
Hembra "preñada" de Sphodromantis viridis, buscando un lugar para depositar su ooteca.

En el Pinar de la Breña (Barbate) fotografiamos esta curiosa y escasa orquídea. Gennaria diphylla es una orquídea verde con solo dos hojas (di-phylla) y hasta una cincuentena de pequeñas flores. Se distribuye por la costa norteafricana, Canarias, Madeira, islas mediterráneas y las únicas poblaciones continentales europeas del litoral andaluz y costa portuguesa.

Fritillaria stenophylla es otra de las cinco especies peninsulares, aunque esta solo tiene citas en Cádiz, Sevilla, Huelva y la mitad sur de Portugal.

 
Gracias a una actividad organizada por la Sociedad Gaditana de Historia Natural pudimos subir a la Torre del Tajo, en el punto mas alto del Acantilado de Barbate (Parque Natural La Breña y Marismas del Barbate).

La sombra de la Torre sobre el acantilado. Al fondo el pueblo de Barbate, la Sierra de Retín y la tarifeña Sierra de la Plata, todo rodeando la amplia Ensenada de Barbate.

Castillete sobre la Torre y el amplio pinar abajo.

El Pinar de la Breña, visto desde la torre, nos recuerda a una amplia cosecha de brócolis.

Abandonamos el pinar con las últimas horas del día. La luna se cuela entre los pinos, por suerte, el sendero está bien señalizado. En pocos días el invierno habrá acabado.

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