"Los viajes son en la juventud una parte de educación y, en la vejez, una parte de experiencia."
Sir Francis Bacon (1561-1626)
Como
aún no ha empezado la nueva temporada andariega, y no hay material
fresco que divulgar, me ha dado por revisar viejos escritos, viejas
postales y añosas diapositivas en mi "archivo histórico". Y me he
decidido por compartir, con cierto retraso eso sí, este artículo
montañero sobre un viaje que realizamos en el verano de 1989 al Círculo
Polar Artico. Fuímos de Jerez a Escandinavia, cruzando media Europa, en
el sufrido R-9 que aguantó casi 13.000 kilómetros y un mes de viaje.
Eran años en los que todavía no existían los vuelos "low-cost" y en los
que nuestra peseta pesaba poco en la carísima economía de países como
Dinamarca, Noruega o Suecia. Un gran esfuerzo que se vió recompensado
con maravillosos paisajes, algunos irrepetibles: fiordos, montañas,
glaciares, lagos, islas, el sol de medianoche. Un viaje inolvidable con
destino en Laponia que ahora recordamos con alegría. Y que sigue siendo,
con nuestros propios medios, el viaje mas largo que hemos realizado
hasta hoy.
KEBNEKAISE, LA CUMBRE DE LAPONIA
Es mediodía cuando llegamos a Kiruna. Por la mañana hemos cruzado la
frontera de Noruega a Suecia a la altura de Narvik, ya dentro del
Círculo Polar Artico. Kiruna es una ciudad extensa y desangelada; aún
así es la capital de la Laponia sueca y un importante centro industrial y
de comunicaciones. Además es la base de operaciones de la vertiente
este del Parque Nacional Abisko, el más antiguo de Escandinavia, fundado
en 1903. Lo primero que hacemos es buscar el centro de recepción, donde
pediremos información que nos vendrá bien para nuestros planes en la
zona.
…CAMINO A LAPONIA
Llevamos varios días
recorriendo la península escandinava de sur a norte, por Noruega. Hemos
subido casi paralelos a la cordillera de los Alpes Escandinavos y el mal
tiempo nos ha acompañado constantemente. La lluvia, omnipresente, nos
ha chafado los planes que queríamos desarrollar en nuestro camino a Cabo
Norte, el punto más septentrional del continente. Solo disfrutamos
plenamente de la montaña en una subida al glaciar Svartisen, cerca de Mo
i Rana, uno de los más extensos de Europa continental con 450 kms.
cuadrados de superficie. Se trata de un glaciar predominantemente llano
que ocupa una gran cubeta entre montañas y que acaba en una caída
impresionante a un lago que recoge los derrubios de hielo en la
temporada de verano. Tuvimos la suerte de ver la caída de enormes
bloques del tamaño de una casa de varios pisos. El estruendo formado al
caer al agua originaba enormes olas que se perdían hacia el otro extremo
del lago.
KIRUNA
Los
alrededores de Kiruna son fantásticos para los amantes de la natura,
pero es que así llevamos disfrutando muchos días, desde que salimos de
Oslo, entre una vegetación y un paisaje exuberantes, con interminables
bosques de abedules y de piceas e innumerables lagos. Toda una
recompensa ante el esfuerzo que supone llegar hasta aquí cruzando media
Europa. En las oficinas del parque nos informan sobre los detalles para
la ascensión al Kebnekaise, de 2.114 metros de altitud. Se trata de la
segunda montaña más alta del ártico eurasiático. Desde aquí al estrecho
de Bering, a un paso de Alaska, solo hay otra montaña que la supere, con
2.381 m., en los Montes Verjoyansk de la Siberia oriental. De todas
formas el Kebnekaise, gracias a la latitud en que se encuentra, presenta
todo el aspecto y las condiciones de una ascensión de alta montaña. Sus
laderas están cubiertas por nada menos que cuatro glaciares: Istalls,
Stor, Bjorlings y el mayor de ellos Rabots, que se desprende por la
vertiente noroeste. Nosotros intentaremos la ascensión por la ruta sur, que es la normal.
Nos
informan que no hay plazas libres para dormir en el refugio
Fjällstation, “campo base” de la ascensión. También nos dicen que
podemos tomar el riesgo de subir sin tienda, pues es habitual que muchas
reservas no se ocupen. El refugio es uno mas de la red de etapas del
gran sendero GR que rodea el macizo. Sus usuarios en esta época, sin
problemas de nieve en la base de la montaña, son principalmente
senderistas que hacen las reservas y luego cambian de planes obligados
por el mal tiempo. Nosotros vamos justos de tiempo, se nos acaban las
vacaciones y decidimos subir al día siguiente. Mientras tanto buscamos
sitio para pernoctar en las afueras de Kiruna, a unos 17 kms. Se trata
de Yukasyarvi, un curioso y atractivo poblado lapón que se mantiene a
modo de museo etnográfico. Allí encontramos un camping superior en
instalaciones y magníficamente ubicado. Como ya nos viene pasando
dormimos mal, la luz del “sol de medianoche” se filtra en nuestras
tiendas y nuestro biorritmo meridional no se acostumbra a dormir bien
sin oscuridad.
NAVEGANDO HACIA LA MONTAÑA
Por
la mañana nuestro coche nos acerca al macizo por una pista recta y
cuidada de más de 60 kms. hasta Nikkaloukta, que es una especie de
plataforma con parking y varias cabañas para turistas. De aquí parten
senderos autoguiados para excursionistas que vienen a pasar el día.
Nikkaloukta está en un amplio valle tapizado, como no, de un espeso
bosque. Comenzamos a andar y tras recorrer unos 5 kms. llegamos a un
lago extenso, pero no muy ancho. Se trata del lago Ladtjojaure, que
ocupa una antigua artesa glaciar. El
cielo está encapotado, no llueve pero las cumbres más cercanas solo
podemos adivinarlas entre las nubes. Tomamos una barcaza a motor que
permite cruzar longitudinalmente el lago a montañeros y senderistas. Una
rápida navegación, de apenas media hora, nos adentra de una forma poco
habitual en el macizo del Kebnekaise. Se nos antoja curiosa la situación
de ver nuestras mochilas, pertrechadas con piolets y crampones, junto a
los clásicos salvavidas de la lancha. Comentamos con el resto de
navegantes esta forma inusual de acceder a la alta montaña. Cuando
desembarcamos empieza una ligera llovizna. Media hora de marcha para
superar un escalón del valle y nos topamos con otro lago, aunque mas
pequeño. En este ya no hay embarcadero y optamos por caminar por la
vertiente derecha. Paramos para comer algo y el sol se asoma tímidamente
entre las nubes dándonos la esperanza de un cambio en la situación del
tiempo. Ya es por la tarde y aparecen los molestos y agobiantes
mosquitos árticos, que nos hacen acelerar el ritmo para ganar altura y
así evitarlos. El valle se ha cerrado notablemente, estamos en su
cabecera y por fin divisamos el refugio Fjällstation, que se ubica bajo
un bello resalte de la montaña. El refugio está sólo a 690 m. de altitud
pero nuestra sensación, al ver detrás el tramo inferior del glaciar
Björlings, nos hace dudar y consultar varias veces los magníficos mapas
que hay en el zaguán del refugio. También llegan senderistas
escandinavos, súper-equipados con la marca Fjall-Raven, que es la
favorita por estos lares. Puede decirse que los que no vestimos esa
marca somos de otras tierras, casi con toda seguridad. Somos los únicos
españoles en el refugio y según los libros de visita pocos andaluces han
pasado por aquí en los últimos años. Caemos bien al responsable del
refugio, ”spanska, andalusiska, välkommen”.
¡Unos subtropicales en el ártico!”, y conseguimos dormir en unas
literas que han quedado libres. El refugio es bastante grande y cuenta
con todas las comodidades. El precio es casi el de un hotel, pero de un
hotel sueco, y por lo tanto los servicios son caros. Pero nosotros,
previsores, hemos traído nuestras vituallas. Cuando nos retiramos a
dormir aún no hemos visto la silueta del Kebnekaise. Cada vez se agolpan
más nubes y la meteo no da buena previsión.
INTENTO DE ASCENCION
Cuando
nos despiertan inmediatamente miramos el reloj pues por la claridad nos
parece habernos quedado dormidos. Aún es madrugada y rápidamente
recordamos que la luz solar en el verano ártico no es un indicativo habitual
como lo es en nuestro país. Por otra parte nos preocupa que estando
unos grados por encima del círculo polar no haga el suficiente frío que
quisiéramos como señal de buen tiempo. Solo desayunamos los pocos, un
grupo de unos diez, que pretendemos hacer la cima. El resto del personal
aún duerme; son senderistas que hacen el sendero circular de esta
montaña y que van a otro ritmo. Por suerte hay algún sueco que repite
ascensión y conoce bien la ruta a la cumbre.
A
poco de salir ya estamos pisando tramos del glaciar. La ruta de ascenso
intenta evitarlo utilizando la arista de nieve y roca, donde no
es preciso el uso de crampones. Se trata de montarse en el cordal
meridional, conocido como Kivelbacken, hasta la cota de los 1.700 m.
Desde allí se ladea la cresta por la izquierda, lo que evita
dificultades, perdiendo incluso algo de altura para luego retomarla
justo en el pequeño refugio-vivac que hay antes de la arista final.
Desde este punto ya se sigue directo a la cumbre sur, la más alta. Mas
adelante la cima norte tiene 2.097 metros, pero la travesía es algo
complicada. Estas son las referencias que nos dieron los montañeros,
pues la mala suerte no se olvidó de nosotros y nos hizo volver cerca de
la cota 1.500. A medida que fuimos ganando altura la lluvia fue
arreciando haciéndonos utilizar las capas de lluvia por encima de los
forros polares. El agua que bajaba abundantemente formó riachuelos sobre
las placas de hielo del glaciar Bjorlings. Esta situación hacía que en
los rellanos se acumulasen charcas que volvían frágil el hielo inferior.
Algunos nos hundimos con el
peligro de alguna lesión. Nos acordamos del agujero de ozono y del
calentamiento del planeta entre tacos irreproducibles. Además, la lluvia
y la niebla reducen la visibilidad hasta que solo vemos al que tenemos
delante o detrás. El sueco que encabezaba la cordada recomendó a todos
que bajáramos para intentarlo cuando mejorase el tiempo.
Ya
en el refugio nos comentan que estamos bajo la influencia de una gran
borrasca. Las masas de aire caliente que desde el Atlántico se desplazan
hasta aquí por la influencia de la Corriente del Golfo desatan el
habitual mal tiempo en esta región, por el choque con los fríos polares.
REGRESO AL SUR
Tenemos los días muy justos para la vuelta a España. Como no tenemos problemas de luz nos decidimos por bajar el
mismo día a Nikkaloukta y luego en coche hasta Yukasyarvi, donde nos
esperan Carmen y Marian. La mañana siguiente sigue el mal tiempo y
decidimos ganar latitud sur en dirección al Golfo de Botnia para durante
un par de días más seguir descendiendo con el Mar Báltico como
compañero de viaje. En Estocolmo, a 1.300 kms. de distancia de Abisko,
el tiempo es bueno. La decisión de no esperar para otro intento al
Kebnekaise tuvo que ser rápida y difícil, pero parece que acertamos.
Vemos la televisión de Suecia y aunque no entendemos nada el “hombre del
tiempo” presenta sobre un mapa una enorme “S” rodeada de isobaras sobre
Laponia. Consultando una socorrida guía de viajes supimos que borrasca
en sueco se escribe “störm”.
Me acompañó, en esta aventura de montaña en Laponia, mi amigo Manolo Gil.
DIAPOSITIVAS ESCANEADAS DE ESCANDINAVIA
(julio-agosto 1989)
Ayuntamiento de Oslo.
Museo de la Expedición Kon-Tiki, en Bygdøy, la península de los museos de Oslo.
Parque Vigeland,
un jardín-museo diseñado por Gustav Vigeland que está decorado con
decenas de sugerentes esculturas que representan las distintas etapas
del ser humano, desde la infancia hasta la vejez.
La estatua mas famosa del Parque: "el niño enfadado", Sinnataggen.
Juegos en el Parque Vigeland.
Barnaclas canadienses y cariblancas en el Parque Fogner, Oslo.
Casa típica noruega en los Alpes escandinavos.
El Renault 9, que aguantó bien a pesar de los calentones subiendo por los puertos de las montañas Jontunheimen.
El fiordo Geiranger, el mas famoso de Noruega. El de las postales, vaya!
Fiordo Geiranger.
Las Hytter
son las pequeñas cabañas de madera, perfectamente equipadas, que puedes
encontrar en cualquier camping de Noruega y Suecia. Poca gente monta
tiendas. El frío y la lluvia (casi a diario) hace que los campistas
utilicen sus caravanas o estas simpáticas casitas.
La carretera de montaña Trollstigen, en Rauma, que cruza varias veces la cascada Stigfossen, con una caída de 320 metros.
En el centro de Noruega visitamos el Glaciar Svartisen. Uno de los mas extenso de Europa.
Uno de los brazos del Svartisen finaliza a 7 metros sobre el nivel del mar, siendo este el punto más bajo de todos los glaciares del continente europeo.
Las Islas Vesterålen, ya dentro del Círculo Artico, a las que llegamos embarcados en el ferry de Bognes.
La isla de de Andøya,
la mas septentrional del archipiélago, fué nuestro punto mas al norte
del viaje. A pesar de ello fue donde disfrutamos del mejor tiempo.
Nos alojamos en el albergue de pescadores de Bleik. Desde su puerto montamos en un pequeño bacaladero para conocer las colonias de aves de Bleiksøya.
Colonia de frailecillos, conocidos como los "pingüinos del ártico".
Pareja de frailecillo atlántico o frailecillo común (Fratercula arctica).
Ostrero euroasiático (Haematopus ostralegus).
Marian junto a un grupo de cormoranes moñudos (Phalacrocorax aristotelis).
Visita al Museo Polar de Andenes, pequeño y con los carteles solo en noruego. Poco turismo llega aquí.
Pequeña iglesia luterana, la religión mas extendida en Noruega, en la costa de las Vesterålen.
Charranes árticos (Sterna paradisea), las aves mas viajeras del planeta.
Vuelan 70.000 kms cada año de polo a polo, lo que equivale a tres
viajes de ida y vuelta de la Tierra a la Luna, durante la vida media de
uno de estos gaviotines.
Playa en las Vesterålen. Arena blanca llena de plantas con flores, tiempo soleado, pero el agua helada.
Este
tiempo nos animó a plantar, por una noche, la tienda (que estaba en lo
mas hondo del maletero). Un señor nos prestó su prado para pasar la
luminosa noche ártica.
Carmen y Marian esperando al sol de medianoche.
En estos días del año fue bajando hasta cerca del horizonte hasta eso
de las 02:00 h., e inmediatamente volvió a subir. A las 04:00 h. estaba
radiante. Para unos subtropicales como nosostros cuesta trabajo dormir
con tanta luz.
La costa continental, a la altura de Narvik, nos espera para seguir viaje hacia la Laponia sueca.
Frontera noruego-sueca. El tren de Narvik (Noruega) a Kiruna (Suecia), el Artic Circle Train, nos acompaña durante todo el trayecto.
En las afueras de Kiruna queda Yukasyarvi, un poblado lapón bien conservado con un camping bien acondicionado para el mal tiempo que suele hacer en esta zona de lagos árticos.
Llueve en Yukasyarvi, Laponia sueca.
Desde Kiruna partimos hacia nuestro objetivo de montaña. El Kebnekaise, la montaña mas alta del Artico europeo. Con solo 2.114 m.s.n.m. pero con cuatro glaciares en sus laderas. En la foto, Manolo Gil por un sendero entre abedules (Betula pubescens).
Prados llenos de junco lanudo (Eriophorum vaginatum) que evitamos pisar gracias a las pasarelas de madera convenientemente colocadas.
El lago Ladtjojaure, que nos separa de la base de la montaña.
Postal del embarque hacia el Kebnekaise, que puede verse al fondo de la imagen.
Mi mochila, con piolet, navegando hacia la alta montaña.
Camino
del Refugio Fjällstation, que queda junto al promontorio en la base de
la montaña. El glaciar de la derecha es nuestra ruta de ascenso.
Refugio Fjällstation, a 690 m.s.n.m.
Subiendo al Kebnekaise
con mucho frío y con capa de lluvia. Cuando estabamos cerca de los 1500
m., sobre el glaciar Björlings abandonamos (con rabia, pero sabiamente)
por la mala visibilidad y el peligro que presentaba el hielo.
Nuestro último sol de medianoche en Laponia.
Descendemos por el mapa cruzando, hacia el sur, el Círculo Artico. En el paralelo 66º N encontramos estos carteles de dirección y distancia.
Mil y pico kilometros al sur nos espera Estocolmo, bella ciudad donde paseamos y descansamos. Casa de Correos en Skansen (Estocolomo).
Dejamos
Escandinavia con una visita a Copenhague, la capital danesa. Un largo y
magnífico viaje del que apareció una reseña en el diario EL PAIS
(enviada por mi amigo Manolo) y que tuvieron a bien publicar.
Fuímos: Carmen Hurtado, Manolo Gil, Marian Pizarro y José Manuel AV.
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