"Cabo de Gata para un naturalista es un punto sagrado en el mapa de la península ibérica, una de esas cinco puntas que dibujan la geografía en el sudoeste de la vieja Europa, un rincón olvidado durante siglos y que algunos se esmeran en proteger mientras que otros se esfuerzan en depauperar."Jesús Contreras, guía y naturalista almeriense
No es
el verano la mejor época para disfrutar de la peculiar biodiversidad de
este singular (y único) rincón de la geografía andaluza. Pero como perdí
una votación familiar en la que ganó la playa, pués al menos conseguí
que la costa de destino fuese este bello Parque Natural marítimo
terrestre que es Cabo de Gata (Almería). Es nuestra quinta visita desde
aquella en 1988 (solo unos meses después de crearse el Parque) y por eso
somos testigos de como ha ido cambiando el lugar. Sobre todo sus
pueblos y aldeas, pero no así sus parajes naturales: sus sierras,
volcanes, llanuras, ramblas, arrecifes. Cuando se anda por uno de estos
lugares desolados (bella palabra, de triste significado, pero sin
embargo atrayente para un amante de los espacios abiertos) se nota la
fuerza de la Naturaleza y la fuerza de las especies por sobrevivir.
La amapola marina (Glaucium flavum) es
de las pocas flores que adornan el caluroso verano de Cabo de Gata. Su
hábitat costero, fresco y húmedo por la cercanía al mar, mantiene la
planta verde y vigorosa todo el estío.
Uno de los mejores atractivos de Cabo de Gata en verano es aprovechar sus límpias y cálidas aguas para practicar el "snorkel". Moderno término anglo-alemán para designar lo que siempre hemos conocido como bucear con gafas y tubo.
Bucear
es una gozada en Cabo de Gata, dan ganas de tener una cámara sumergible
para retratar los fondos de arena, los rocosos, las praderas de
posidonia, todos cruzados por vistosos peces como la doncella, la salpa,
la vaquilla, el pez verde, el salmonete, la castañuela, la salema o el
tapaculo. El cangrejo ermitaño (Dardanus arrosor) es de los que se puede sacar el tiempo justo para fotografiar fuera del agua.
O la llamativa estrella de mar (Echinaster sepositus).
De las algas mas curiosas que vimos: setillas de mar (Acetabularia acetabulum). Aparte de su simpática forma de seta o paraguas tienen la peculiaridad de ser unicelulares, por lo que se considera la célula mas grande descubierta hasta la fecha.
Lo que si podimos retratar a gusto fueron estas conchas. Algunas abundantes como los esqueletos de erizos (der.), las vistosas, por su cara interna, orejas de mar (Haliotis tuberculata) y un pequeño pecten rojizo que resulta ser Chlamys varia, de nombre común zamburiña, muy común en Galicia pero escasa en el litoral andaluz.
Y
es que el litoral de Cabo de Gata está catalogado de los menos
urbanizados de la península. Todavía es posible ver pequeños barcos de pesca tradicional tirando redes a pocos metros de la costa.
El barco que vimos antes atracó en el pequeño muelle pesquero de la Isleta del Moro. La aldea de pescadores con mas encanto de Cabo de Gata. Al fondo el antiguo volcán de los Frailes, con las dos cimas mas altas del Parque Natural.
La Isleta del Moro.
Otra de las plantas verdes y en flor en el seco verano es la morsana o alcaparra loca (Zygophyllum fabago).
Se trata de una planta posiblemente introducida por el hombre por su
aprovechamiento. Un curioso estudio del botánico y religioso lasaliano Rufino Sagredo
(1899-1991) intentó demostrar como esta especie (de origen
irano-turánica) entró a la península por el puerto de Cartagena (por
semillas en barcos) y que fueron los ferrocarriles del sureste español
la vía de expansión (por semillas transportadas en vagones de
mercancías) hasta el interior de la provincia.
Los pozos y aljibes son un patrimonio etnológico de primer orden en una región tan árida como el Cabo de Gata.
Algunos se han recuperado, aunque muy cerca sigan cortijos y casas abandonadas.
También las norias movidas por sangre fueron de gran importancia y también algunas se han recuperado.
En el interior del Parque se mantiene, en estado ruinoso, el Cortijo del Fraile. Famoso por servir de inspiración a Federico García Lorca para su obra Bodas de Sangre (por un suceso ocurrido aquí en julio de 1928).
El
agua es un bien preciado en Cabo de Gata, y una fuente que mana todo el
año en una cala aislada y escondida la hace un lugar perfecto para
piratas; hasta el siglo XVIII, cuando se construyó un castillo de
defensa para guardar la Cala de San Pedro. Hoy es un reducto hipy al que se llega andando por un pedregoso sendero o en barca desde Las Negras.
Castillo de la Cala de San Pedro.
Panorámica de Cala de San Pedro.
Muro exterior del castillo y las límpias aguas del Mediterráneo.
En la zona central de Cala San Pedro hay un gran algarrobo que da sombra a los campistas ilegales.
El
castillo desde la playa. Abajo una construcción ilegal (el gran
problema de este paraje junto con las acampadas) provista de placas
solares.
Fantástico baño en Cala San Pedro.
En un lateral de la cala los visitantes van dejando su huella artística de forma efímera. Los temporales de invierno volverán las piedras a su posición natural. Mejor esto que dejar suciedad.
Algún artista ha labrado esta piedra que vigila Cala San Pedro.
Aquí encontramos esta pequeña alga verde Halimeda tuna.
Está formada a base de discos aplanados y algo arriñonados que se unen
formando cadenas irregulares dándole el aspecto de una pequeña chumbera,
de así su nombre científico.
Saliendo de Cala San Pedro por vía marítima.
Argiope lobata, rehaciendo su telaraña ajada por el viento.
Un paseo al atardecer por las faldas del Cerro de los Frailes nos regaló bellas vistas.
También pudimos ver algunas especies típicas de cabo de Gata. Como Periploca laevigata, un duro arbusto, abundante en el Parque, que florece durante todo el año excepto en verano. Se conoce como cornical o cornicabra por el aspecto de sus frutos, que abiertos en esta época del año sueltan sus plumosas semillas al viento.
Esta florecilla de verano es la clavellina del cabo (Dianthus charidemi) endémica de Almería; especie clasificada como vulnerable y presente en la Lista roja de la flora vascular de Andalucía.
Atractylis tutinii, un cardo endémico del Parque Natural aunque algunos botánicos consideran que se trata de A. humilis.
Flor y fruto de la alcaparra común (Capparis spinosa).
La aldea de Pozo de los Frailes al anochecer.
Bonita portada en la cortijada de Los Martínez, en lo mas interior del Parque.
El árbol mas viejo de Cabo de Gata y puede que uno de los olivos mas longevos de Europa. Es la oliva milenaria de Aguamarga. Situada en la Rambla de los Viruegas, a sólo un kilómetro del mar.
Su
tronco tiene más de 8 m. de perímetro y su copa se proyecta en un
círculo de unos 25 m. de diámetro; por sus dimensiones y aspecto su edad
probablemente supera en mucho al milenio, siendo uno de los mejores y
más viejos olivos de España e, incluso, de toda la cuenca mediterránea,
superior incluso a los famosos olivos de Getsemaní en Jerusalén. A pesar
de la falta de cuidados, su estado es aceptable, aunque mejorable.
Paisaje cercano a la Rambla de los Viruegas.
Fachada en Aguamarga, aldea costera en el límite norte del término de Níjar.
Viejo cartel publicitario en el ruinoso poblado minero de Rodalquilar.
En la playa de Mónsul,
ademas de sus llamativas y famosas formaciones volcánicas, también
llama la atención su enorme duna viva. En este ambiente se desarrollan
bien las azucenas de mar (Pancratium maritimum).
También en este ambiente árido de arena y roca encontramos Coris hispanica.
Un endemismo almeriense, poco abundante, que está incluido en la Lista
roja de la flora vascular española y en la Lista roja de la flora
vascular de Andalucía. Calificada como "Vulnerable". Sus partes verdes
nos recuerdan a las ramitas de nuestros pinsapos grazalemeños.
En determinados parajes del Parque abundan los gigantes Agaves.
Plantas de origen americano que se introdujeron en estas tierras
durante los años 50 para la obtención de fibras que se usaban para hacer
cuerdas, para destilar alcohol y tambien para forraje.
Su capacidad para multiplicarse la considerán como una planta en constante "peligro de extensión".
Y el insecto mas ruidoso (y sin embargo difícil de ver) del Parque es la chicharra (Cicada barbara).
Arriba muda de la ninfa, con sus gruesas patas delanteras que ya usó
para poder enterrarse en el suelo, y abajo insecto adulto. Su molesto
ruido para atraer hembras no lo hace con las alas como muchos creen.
Utiliza un aparato estridulatorio situado en los costados del abdomen.
Este consta de membranas recubiertas de quitina llamadas timbales, así
como de sacos con aire que funcionan como cajas de resonancia.
Para
disfrutar del mar y de un baño tranquilo lo mejor es buscar calas que
necesiten de un buen paseo para llegar a ellas. Es el caso de esta Cala de Los Toros,
de poca arena y muchos guijarros (ideal para el snorkel). Para bajar
hay que andar por una rambla que guarda un pequeño pinar-palmeral cuya
sombra se agradece, sobre todo a la vuelta.
Sobre los oscuros roquedales volcánicos de esta pequeña cala encontramos vigorosos plantones de Limonium sinuatum.
Y sin necesidad de bucear podemos ver especies marinas aferradas a las rocas, como este tomate de mar (Actinia equina).
Tambien abundan las vistosas anémonas (Anemonia sulcata), las famosas ortiguillas de interés culinario (al menos en nuestra zona). Estos animalillos son cnidarios
(familia de las medusas y corales), carnívoros (prefieren pequeños
peces y crustáceos), se reproducen por huevos y tienen sexos separados. En Almería no suelen consumirse.
No hay comentarios:
Publicar un comentario