"El alcornoque presenta una característica única que le diferencia del resto de especies forestales: su aptitud para regenerar la corteza cuando ésta ha sido retirada parcialmente en determinadas condiciones. Si se elige bien el momento, y la operación se realiza con cuidado, es posible separar el corcho del felógeno. Al quedar a la intemperie, el felógeno, el felodermo y la parte externa del floema mueren por desecación, al tiempo que más al interior se forma un nuevo felógeno que reinicia la generación del tejido suberoso. La operación de separar el corcho de la capa madre se denomina descorche y exige un alto nivel de cualificación, por el riesgo que supone para la integridad del árbol si no se realiza en la forma debida. Las mejores planchas se utilizan en su mayoría para la fabricación de tapones. La organización del descorche en un monte se realiza por equipos de hasta treinta personas, que se organizan de forma muy tradicional, acumulando y transmitiendo unos conocimientos y una cultura difícil de trasladar a un texto escrito."Escuela Técnica Superior de Ingenieros de Montes, UPM.
El descorche del alcornocal como hoy lo conocemos es una actividad relativamente reciente en el tiempo. La prueba es que hoy día hay más superficie de alcornoques que hace tres siglos. Y es que hasta mediados del XIX el alcornoque gaditano todavía se talaba para carboneo. Fue por entonces que hubo una fuerte demanda de corcho para tapones y esto hizo que se repoblara con este árbol gran parte de la provincia. Actualmente una grave epidemia seca a los alcornoques. Esto, unido a la falta de regeneración por el exceso de herbívoros y cochinos-jabalís en el monte, hace que el oficio de corchero esté, como ya dicen algunos, en peligro de extinción. El tiempo dirá si el alcornocal sigue adelante, dando vida y jornales, en nuestros montes.
Al acercamos al paraje por donde van descorchando nos cruzamos con las mulas cargadas de corcho.
Nos hacemos la pregunta: ¿habría tantas mulas si no fuera por esta actividad? Por cierto, los animales están bien cuidados y sanos.
Por aquí ya ha pasado la cuadrilla. Las panas de corcho esperan junto al camino. Estas pueden transportarse con un remolque y tractor hasta la carretera más cercana.
Por fin nos topamos con la primera "collera de peladores". Les pedimos permiso para hacer fotos y hasta colaboran avisandonos cuando van a sacar panas de gran tamaño. De las muchas fotos que hice aquí muestro unas cuantas.
Las panas mas grandes de corcho se cortan para poder transportarlas mejor.
Desde un punto bien alto obtenemos esta magnífica vista al sur de Los Alcornocales. Al fondo la nubes nos ocultan el Estrecho y el peñón de Gibraltar.
Un corchero nos cuenta la historia de esta hacha. No sabe donde se hizo pero si recuerda a su antiguo propietario. Un viejo amigo y compañero de profesión que murió; su familia la tenía guardada hasta decidió que él siguiera utilizándola.
Un viejo alcornoque, con el tronco grueso y retorcido por una agalla, se salva obviamente del descorche.
De regreso a la carretera esta alta loma nos deja asomarnos a la cercana Sierra de Grazalema.
Y en otra dirección la más cercana aún Sierra del Aljibe, máxima altura del Parque Natural.
Estamos en pleno verano y no es la mejor época para la fotografía de naturaleza. Todo está seco, o casi, como esta centaurea donde solo aguanta un poco de verde: Klasea alcalae.
Pero todavía podemos hacer alguna foto interesante. Como este insecto palo (Leptynia attenuata), que ha perdido una pata pero no importa, puede regenerarla.
Flores secas de nuestra "planta carnívora" más conocida: Drosophyllum lusitanicum.
Dentro de las flores secas se advierten las semillas listas para dispersarse. Para Flora Ibérica son "piriformes y rugosas". A nosotros nos parecen brevas negras en miniatura.
Pero si las flores están secas las hojas están a "pleno funcionamiento". Alimentando con insectos a la planta.
Esta mariposa (seguramente nocturna) parece que lleva tiempo atrapada.
Y aunque ya ha pasado la floración nos encontramos con esta única flor de Drosophyllum lusitanicum algo despistada con el calendario.
Un bupréstido se alimenta de su polen. Un inesperado manjar.
En otra Drosophyllum una hormiga león (de torpes vuelos) acaba de caer en el "enmelado" que cubre sus ramitas.
Los tocones de pinos suelen estar destrozados por animales que buscan sustento (jabalí o tejón principalmente). Buscán estos carnosos gusanos. Son larvas del coleóptero Chalcophora mariana ssp. massiliensis (escarabajo del pino).
Ejemplar adulto de Chalcophora mariana ssp. massiliensis. Una preciosidad de bicho. Nada que ver con su fase anterior.
Y para bonita esta mariposa del madroño (Charaxes jasius) a la que no pudimos acercarnos más.
Estaba afanada en poner sus brillantes huevos verdes en las hojas del madroño.
Como tienen más de una generación al año buscamos en ese mismo madroño y allí estaba esta oruga de Charaxes jasius alimentándose de sus hojas.
Un peñasco de arenisca sobresale en el punto más alto del cerro por donde nos hemos movido. En un base encontramos esta cruz grabada con las letras INRI encima. Puede que alguna cuadrilla de corcheros tuviera allí su campamento en tiempos en los que la falta de carreteras y vehículos les hacía pasar todo un verano en el monte. Hoy las cosas han cambiado. Cada tarde vuelven a sus casas para un merecido descanso.
Foto que me hizo el amigo José Angel S. Abrines mientras hacíamos estas fotos y en plena polvareda por el movimiento de mulos.
Para acabar, y saber más, copio el texto que el ingeniero forestal José Manuel Sayago recoge en su blog para describir el descorche del alcornoque y sus efectos:
El corcho, un aprovechamiento que resta y da vida
El aprovechamiento del corcho es, a
la vez, negativo y positivo. Negativo desde el punto de vista
fisiológico para el árbol (acorta su vida), y positivo, en cuanto a que
permite el mantenimiento de masas importantes de alcornoques y
revaloriza y ofrece planes de futuro para estos árboles.
Se calcula que la vida máxima del
alcornoque no supera los 500 años si no ha sido explotado, pero los
árboles sometidos al descorche no suelen sobrepasar los 200.
Este aprovechamiento se realiza en
turnos que van de 9 a 12 años, según el clima de la zona y la tradición.
Normalmente suelen ser turnos más cortos hacia el suroeste y más largos
en Cataluña. La primera producción de corcho con aprovechamiento
comercial ocurre aproximadamente a los
30-40 años de vida del árbol. Y no es hasta el tercer descorche cuando
el corcho es apto para ser utilizado en la producción de un tapón de
calidad, su uso más codiciado.
Para entender el daño que se produce
en el alcornoque explicaremos un poco la estructura del tronco del
alcornoque. Este se compone de un cilindro central leñoso, una capa de
protección o casca, el felógeno y la capa de corcho externa. El felógeno
está compuesto de una fila de células, y durante la época de actividad
vegetativa, que es cuando debe realizarse el descorche, produce células
de corcho hacia el exterior y de felodermis hacia el interior. Esas
nuevas células son tiernas y permiten un fácil desprendimiento de la
capa de corcho.
Durante el descorche se rompen
muchas células de felógeno, y las que quedan a la intemperie mueren a
los pocos días. Esto provoca un desequilibrio hídrico en el árbol y lo
expone al ataque de hongos y otros parásitos. El alcornoque sufre una
elevada pérdida de agua y savia por transpiración a través de la
superficie descorchada. Además, coincide que el desbornizado (saca de
corcho) se realiza en época de pleno calor y baja humedad. El árbol se ve entonces obligado a cerrar cada uno de los estomas (poros) de sus hojas para mitigar la pérdida de agua. Al cerrar los estomas durante los
tres o cuatro días siguientes al descorche, el árbol detiene su
actividad fotosintética. Durante 25 o 30 días, el conjunto de tejidos
que conducen la savia a toda la planta, el denominado floema, debe
reorganizarse, al igual que el felógeno. Lentamente se instala una nueva
fila de células de felógeno que protegen al árbol de la transpiración
en esa zona, se abren los estomas y el árbol recupera su actividad
fotosintética y reanuda su crecimiento.
En contraposición con el perjuicio
que causa la saca de corcho, hay que decir que uno de los principales
motivos de la conservación de alcornocales ha sido el aprovechamiento
para el tapón de corcho.
No obstante, en las últimas décadas
ha surgido una competencia dura, el tapón sintético (que además para
mayor confusión llaman corcho sintético, cuando el apelativo de corcho
sobra).
El tapón sintético, por suerte, no
aporta mucha de las cualidades que sí lo hace el natural de corcho. El
tapón sintético pierde elasticidad con respecto al natural. Una
disminución de la producción de tapón de corcho repercute en un abandono
del alcornocal, por lo que habrá que prestar especial atención a la
evolución de esta producción.
Se ha querido difundir que el corcho
transmite olores y sabores, lo cual se ha comprobado que no es cierto
cuando el proceso de cocido y procesado se realiza adecuadamente (en mal
estado cualquier material empeora las cualidades del vino).
Los tapones son el principal destino
del corcho pero existen muchos más usos: aperos de pesca, calzados,
colmenas e incluso papel y lana, aislante térmico, corrector
acústico,... En las zonas de alcornoques también
existen aprovechamientos alternativos que le dan valor a este
ecosistema: apicultura, caza, setas, porcino. Estos aprovechamientos hay
que cuidar de que sean compatibles con el alcornocal, sobre todo habrá
que cuidar del ganado, pues hace peligrar la regeneración.
El alcornocal tiene varios enemigos,
entre ellos la seca. La edad del alcornocal es elevada, y si no se
asegura una progresiva sustitución poco a poco las masas de alcornoques
decaen antes de que los árboles jóvenes que sobreviven empiecen a
producir. Un aspecto negativo es que la regeneración natural es mínima, y
la artificial muy escasa.
Entre las medidas de mejor gestión
del alcornocal destacan la disminución de la carga ganadera, reducir
altura del descorche, favorecer regeneración o tratamientos contra los
principales enemigos: hongos asociados a la saca, la “cagá” de milano, provocada por el insecto Coroebus undatus (la culebra),...
Uno de los problemas para la
supervivencia de nuestros alcornocales es que dependen de un
planteamiento a largo plazo. Esto dificulta las iniciativas particulares
por la inversión sin retorno que supone. Por ello se requiere el
esfuerzo de la administración y tras ello, por supuesto, de los agentes
implicados y en última instancia de la población.
Extraordinario reportaje J. Manuel.
ResponderEliminarGracias por acercarnos esta actividad tan desconocida para muchos de nosotros.
Saludos desde Carmona.
Miguel Angel López
Precioso reportaje sobre un gran oficio.
ResponderEliminarSalut