"Delectando pariterque monendo" Horacio

20 oct 2014

POR LAS CORREDERAS DE LA SALUD (Montes de Alcalá de los Gazules)


Mientras tomamos un café, en el cruce del Pedroso, una espesa niebla se ha ido disipando por la fuerza de un sol que... a lo largo del día nos hará sudar en esta "pequeña primavera otoñal" que estamos pasando a mediados de octubre. Nos disponemos a conocer un paraje nuevo para nosotros: El Cerro de Las Correderas, que guarda una singular charca, una "ciudad destruida" y un bello y saludable bosque de acebuches donde se dio un histórico caso de aislamiento ante una epidemia de "vómito negro". 


“Acabo de reconocer con la debida aprobación de V. E. mui detenidamente el gran campamento de las Correderas, ..., y tengo la satisfacción de participar a V. E. que el lucido egercito del mando de V. E. se hallan en el mejor estado de salud y por una prodigiosa providencia, libres de la menor sospecha del Tifo ictérico epidémico que tan sin piedad devora a nuestros desgraciados vecinos, pudiendo ya dar a V. E. un completo parabién por haber su prudente actividad arrancado del seno de la misma muerte a este numeroso Egercito y con el a todo el resto de la nación”

Manuel Codorniu y Ferreras, médico en jefe del Ejercito, octubre de 1819



Pasamos Paterna de Rivera y cruzamos una campiña salpicada de grandes mogotes de roca. Primero la Peña de la Bastida, que la carretera sortea con una suave curva. Mas adelante sobresale Peña Arpada, enhiesta y de perfil cónico por esta vista oeste. Al fondo, entre Peña Arpada y la Sierra del Aljibe, están los montes que queremos andar: los cerros de Las Correderas, que guardan una singular charca y un paraje con historia y arqueología.
 
 Hemos marcado una ruta virtual sobre el mapa (que vamos a cumplir casi al 100%) ya que no hemos encontrado referencias de esta zona a pesar de contar con caminos públicos (cañadas) que lo cruzan. Vamos a andar por parajes donde el acebuche (Olea europaea) es, casi exclusivamente, el árbol dominante.


Desde el Puerto de la Parada echamos a andar llegando primero hasta un seguro que apreciado manantial (por las gomas que toman agua para abrevaderos y huertos cercanos). Al fondo la mas alta es la Sierra del Aljibe.
 
El Manantial de Los Arenales. A su lado "sobreviven", escalonados en la ladera, cuatro grandes pilones picados en cuatro grandes piedras. Como no estaba catalogado lo hemos fichado para "conocetusfuentes.com".   

 Un poco mas arriba encontramos el ruinoso Cortijo de la Correderas. Según el D.R.A.E. en su tercera y quinta acepción una corredera es un "paraje apropiado para el acoso y derribo de las reses vacunas" y "sitio o lugar destinado para correr caballos".

 
Siempre que los techos lo permitan nos gusta entrar en estos lugares deshabitados. Asomarte a una ventana te permite imaginar el modo de vida, seguro que duro pero rodeado de naturaleza.

 
Restos olvidados en las paredes del cortijo. 

 
Junto al cortijo otro pozo manante. Se conoce como Pozo Blanco y está descuidado y casi cubierto de vegetación. Nos comenta un paisano que en cierta ocasión una burra cayó al pozo y se ahogó... y desde entonces nunca mas se utilizó.  

 Nos asomamos al pozo (¿buscando la burra?), pero una higuera nos oscurece el fondo. Como hemos visto en otros pozos, unos pilares sobresaliendo en la pared sirven de escalones para bajar. Lo fichamos también al no estar catalogado.

Veremos muchas setas en nuestra andada. La mayoría no las conocemos (no se nos da bien el mundo fungi) pero nos encanta fotografiarlas. Como tenemos guía de setas en casa nos atrevemos con alguna identificación. Estas parecen Parasola plicatilis. A ver algún experto.

 
 Tras una suave subida llegamos a un extenso llano rodeado de un gran bosque de acebuches.

Se conoce como el llano de Las Correderas y una buena parte está ocupado por una laguna de tan poca profundidad que mas parece un gigantesco charco. Luego a la vuelta, en el Ventorrillo del Puerto de la Parada, los lugareños nos contaron que este llano siempre se inundaba en época de lluvias y que cuando "pincharon" el suelo en busca de agua (construyendo una caseta para bombear agua del subsuelo), es la sobrante del bombeo la que mantiene esta extensa charca.

Cuentan las crónicas históricas que en 1819 estos acebuchares y prados de Las Correderas sirvieron de refugio al Ejercito de Ultramar, que venía a embarcar rumbo a las colonias americanas en los puertos de la Bahía de Cádiz. Llegando a la provincia este ejército surgió una epidemia de fiebre amarilla en las poblaciones de la Bahía y campiña de Jerez. Entonces el alto mando decidió aislar, en un gran campamento asentado en estos prados y cerros a mas de 5.000 soldados durante varios meses, hasta que la epidemia fue desapareciendo.

Este hecho histórico hizo que desde entonces a este paraje se le denominara Las Correderas de la Salud, y así consta en el Archivo Hist. Munic. de Alcalá, firmado por el mariscal Juan de la Cruz Mourgeón y Achet (Sevilla 1766 - Quito 1822).      

 No falta en el monte la campanilla de otoño, Leucojum autumnale.

En los pies de árbol de un húmedo rincón del acebuchal encontramos una buena población de Omphalotus illudens = Omphalotus olearius. Muy tóxica y por eso ni las tocamos.

Y esta pequeña flor que brota y florece antes que echar hojas es Merendera filifolia. Otra típica del otoño. 

 Y la sorpresa animal del día (y de la semana y del mes) fue encontrar esta vistosa oruga de Acherontia atropos.

 Acherontia atropos es la oruga de mayor tamaño de la península. Su imago es la "famosa" mariposa esfinge de la calavera. 

Seguimos tomando altura por el largo Cerro de las Correderas y mirando al noroeste aparece la Torre del Esparragal (pequeñita en el centro de la foto).

Otro flor de otoño, esta con una "oscura" historia por su antiguos usos: Mandragora autumnalis.

Otras setas de prados que no conocemos.

Setas gemelas.

Aprovechamos una pista habilitada para la saca de restos de poda (estos acebuches se aprovechan para proveer madera para uso doméstico) para ganar altura hasta la máxima cota del cerro. Allí esperamos encontrar una supuesta "ciudad destruida" que aparece en textos sobre la historia de Alcalá.    

El cerro es de roca biocalcarenita. En algún momento del pasado del planeta esta zona estuvo bajo las aguas del Mar de Thetys y por eso es fácil encontrar restos fósiles marinos. 

 Estamos casi en lo mas alto y miramos atrás, al norte, donde aparece la oscura y alargada Sierra de las Cabras. Y algo mas atrás, de tonos grises claros, la Sierra de Grazalema.

 Giramos un poco a la derecha y seguimos viendo la Sierra de Grazalema (Endrinal y Los Pinos) y muy cerca la Sierra del Aljibe.

La zona mas alta de Las Correderas es una extensa meseta. Practicamente todo su borde está franqueado por los restos de una muralla.

 
 Parece cierto que aquí hubo una extensa población. Pueden verse restos de muros por toda la meseta.

 También restos cerámicos de vasijas en superficie.
 
Incluso en alguna piedra nos parece ver alguna inscripción, marca o grabado. 

 
 Hay poca o casi nula información textual sobre la "ciudad destruida" del cerro de Las Correderas. Que sepamos no se ha realizado intervención arqueológica desde que el arquitecto Pedro Albisu hiciera unas cortas y poco productivas excavaciones a principios del XIX.


Copia del original depositado en la Real Academia de la Historia donde se notifica el descubrimiento de una ciudad en Las Correderas.
Viene a decir así:
Exmo Señor= El Arquitecto Don Pedro Angel de Albisu, Comisionado para las excavaciones en Alcalá de los Gazules me dá parte de que en el sitio llamado las Correderas ha descubierto una gran ciudad destruida que parte de sus (¿?) se halla circundado de hermosas Aguas. Lo que noticio a V.E. para su mejor conocimiento. Dios guarde a V. E. muchos años. Campo de Gibraltar 21 de Junio de 1802  =  Exmo. Señor Adrian Jacome. Exmo. Señor Don Pedro Cevallos Guerra. Concuerda con el original.

Desde aquí arriba podemos ver Peña Arpada desde un ángulo diferente.


 Peña Arpada con un poco mas de zoom. Y detrás aparece la población de Paterna de la Rivera.

 Como ocurre en otros parajes con cierta antigüedad (torres, castillos, poblados, ...) en esta meseta también encontramos algunos arbustos de hediondo (Anagyris foetida). Al parecer la toxicidad de sus semillas se utilizaba (sobre todo en la Edad Media) para emponzoñar las flechas. En la imagen vemos unas semillas (como habichuelas moradas) de hediondo junto a un nuevo brote.

Otra Merendera filifolia.

 Pepe Merino en el punto mas alto de la meseta. Restos de muros y edificaciones.

Vista al sur. El mas cercano es el Cerro de los Pájaros, al que subiremos otro día. Al fondo izquierda aparece el embalse del Barbate y Alcalá.

Tirando de zoom, Alcalá de los Gazules.

 Seguimos nuestro paseo disfrutando del paraje. Pequeña pero preciosa flor de Ajuga iva.

 Pequeños caracoles sin identificar.

 Seta con forma de mamelón.

Panorámica al norte desde la meseta de Las Correderas.

En una rama de retama esta mantis acababa de poner su ooteca. ¡Vaya parto! 

 Esbeltas setillas a vista de hormiga.

 Escorpión (Buthus ibericus) preparando su guarida invernal.

 El amigo Paco Vera de vuelta por la charca de Las Correderas.

De nuevo cerca del Puerto de la Parada. El Picacho y el Aljibe.

Curiosa piedra hincada que puede ser un hito geográfico o un menhir prehistórico.

 
 Nos acercamos al Ventorrillo del Puerto de la Parada. Uno de las últimas ventas que quedan fuera de la red de carreteras. Queda en un diseminado de humildes casitas junto a una vieja cañada (que se asfaltó para facilitar el tránsito de camiones a una cantera). 

iSuelo losado con piedra del lugar.

 En el ventorrillo sirven bebidas y café de puchero (cuando es su hora). Para picar suelen poner chacinas de la comarca. Pero lo mejor de la venta está detrás.

 Montones de leña de acebuche esperan que les toque calentar un horno manual casi mas grande que el mismo ventorrillo.

 Nos enseñan el horno. Cuantos recuerdos me vienen a la memoria cuando recibo en la cara el "bofetón" de calor. Noches de sudor y risas con mis amigos de la Panadería Faustino, que tenían un horno idéntico al otro lado de mi casa. 

 De aquí salen (6 días a la semana) las grandes teleras de pan cateto. Cuyo secreto a voces es que duran una semana sin estropearse.