"Delectando pariterque monendo" Horacio

4 oct 2017

Por el bajo Genal

El Genal es un río malagueño que nace en la Sierra de las Nieves, rodea por el norte a esa gran masa rojiza que es Sierra Bermeja y viene a encontrarse con el Guadiaro ya muy cerca de la provincia de Cádiz. Su valle es muy conocido y visitado porque en su zona alta guarda uno de los mayores bosques de castaños de Andalucía. La otoñada allí es todo un espectáculo natural que concentra a numerosos visitantes (ver nuestra entrada de  diciembre de 2016 "Otoño en el Havaral"). En esta ocasión hemos visitado y paseado por el bajo Genal, un lugar con encantadores pueblos blancos colgados sobre peñascos (Casares, Gaucín, Benarrabá), roquedos singulares que se asoman al mar y el río que se abre y remansa poco a poco, aunque se necesite alguna ayuda para recorrerlo.
"A una legua de Gaucin ofrece varias fuentes medicinales y minerales de plomo, plata y hierro, de qualidad frias, de tal virtud, que quando los niños tienen pupa, se sanan lavándolos las madres con ellas. Las aguas de su rio Genal deshacen, bañándose, la hinchazon de las piernas".
Conversaciones histórias malagueñas, 1798.

 
 Casares es un pueblo encantador que se desparrama desde el castillo hasta el cerro de enfrente. Pasear por sus calles siempre conlleva subir o bajar escalones y rampas. Uno de los pueblos más bellos y fotogénicos de Málaga.
 
 
 
 
 

 
  

 Nos encontramos esta bonita mariposa nocturna, Cymbalophora pudica, que no es difícil ver de día. Muy peluda y preparada por tanto para hibernar, es una especie capaz de emitir un sonido (vibración) cuando se siente amenazada.
 
 Puertas de Casares.

 Desde el castillo podemos ver las buitreras que casi rodean a Casares. Esta ave se ha convertido en un símbolo para el pueblo. Muchos aficionados vienen a observarlas en sus maniobras de entrada y salida de los nidos. Estas colonias de cría han convertido a Sierra Crestellina en Paraje Natural.
 
 En una repisa del castillo florecen estas azucenas amarillas (Sternbergia lutea). Una de las plantas con bulbos que anuncian la llegada del otoño.

 Desde el castillo de Casares, a 430 metros de altitud, se obtienen buenas vistas sobre el Mediterráneo (a unos 9 kilómetros) el Peñón y el Estrecho de Gibraltar. Más cerca (a la izq.) se advierte la masa caliza del Torcal de la Utrera, al que nos dirigiremos para una rápida visita mañanera.

 Casares.

El Torcal de la Utrera o los Canchos de la Utrera, su nombre más local, es el paisaje kárstico más al sur del continente. Un auténtico laberinto de roca que se asoma al mar y que guarda formaciones caprichosas y el único sabinar costero sobre calizas.

Grillo de matorral. Un saltamontes de considerable tamaño. Posiblemente Steropleurus sp.

 Indicios de un gran fósil (Amonites) incrustado en la roca.



 Más flores otoñales: cólquico o falso azafrán.

Pamfágido. Ejemplar de la familia de saltamontes de mayor tamaño de la península. Aunque este todavía es un juvenil.

 
 

 Al fondo la Sierra Bermeja, un singular macizo para el que se pide la declaración de Parque Nacional.

 El Torcal de la Utrera y el Mediterráneo detrás.

 Con solo subir a una de estas formaciones (no es fácil, hay que elegir una que sea accesible) la perspectiva cambia.

A pie de monte de la Utrera brota un conocido, de antiguo, manantial de aguas sulfurosas. Los Baños de la Hedionda, ya citados en el siglo I en textos romanos.

 Aprovechamos para un baño "terapéutico" después del paseo por el Torcal.

 Muy cerca se mantiene uno de los últimos reductos de agricultura tradicional de la Costa del Sol: las Viñas de Manilva. En el s. XVI el duque de Arcos, y señor de Casares, concedió las primeras tierras para viñas en estos pagos junto al mar. Desde entonces este cultivo fue creciendo, llegando a sus máximo explendor durante los siglos XVII y XVIII, debido sobre todo al comercio de vinos y aguardientes con comerciantes catalanes. 

Con la llegada de la expansión turística se fueron cambiando viñas por urbanizaciones. Hoy se mantiene de forma casi testimonial, cultivándose la variedad moscatel para elaborar vinos dulces. Todavía algunos viticultores venden sus racimos a los viajeros que paran en sus chamizos emparrados al borde de las carreteras y caminos de Manilva.  
 
 De Manilva subimos para Gaucín. Otro pueblo blanco y cuidado que se alarga desde la peña de su castillo (desde donde está hecha la foto) y el peñón del Hacho (el pico del fondo).


 
 Otra polilla nocturna típica de esta época: Lasiocampa trifolii.

 
 El suelo de algunas calles de Gaucín es un museo geológico. Las viejas losas de roca natural muestran multitud de fósiles desgastados por el paso del tiempo.


 Todavía se mantiene en Gaucín el Hotel Nacional (aunque cerró en enero de 2002). Estuvimos en este histórico establecimiento una noche de enero de 1988. Tras un frío día de invierno en el cercano pinsapar de Sierra Bermeja la dueña, doña Clemen, nos asignó una habitación con una cama de niquel (que bailaba como un pandero), con colchón de lana (en el que te incrustabas y ya no podías moverte) y un lavabo en la pared (con agua fresca como de un nevero), que nos pareció de lujo.
 
 Hemos vuelto casi 30 años después y hemos rememorado aquel lugar. En su fachada han colgado una placa recordatoria. El Hotel Nacional (1827-2002), fue primero el Hostal Inglés, por los viajeros que pernoctaban aquí camino de Gibraltar a Ronda (antes de que hubiera tren desde Algeciras), y ya hasta su cierre Fonda Nacional. Alucinamos con un viejo libro de visitas con firmas de viajeros ilustres y sobre todo ingleses.
   
Por sus habitaciones pasaron personajes como el Archiduque de Austria, los marqueses de Larios, la ex-emperatriz de Persia Farah Diba, o ya más recientemente la cantante Sade. Allí incluso se ambienta una novela de Sherlock Holmes. 

Desde el castillo de Gaucín tenemos vistas a Cortes y la Sierra de los Pinos (P.N. Sierra de Grazalema).
 
 Nos acercamos a Benarrabá y bajamos un camino rural hasta el vado del Genal. Se podría decir que esta es la frontera entre al alto y bajo Genal. Allí el río se ensancha pero nosotros iremos aguas arriba por el sendero conocido como "las pasarelas del Genal".
 

Una serie de pasarelas metálicas y algunos cables de seguridad (en los pasos difíciles) permiten recorrer este atractivo tramo del Genal entre Benarrabá y la Venta de San Juan (también se puede hacer el camino inverso).











Un lugar fresco y agradable para épocas de calor y que permite incluso un buen baño.

Y con estos paseos inauguramos el otoño y la nueva temporada.