"Delectando pariterque monendo" Horacio

4 abr 2016

Sierra Madrona, Valle de Alcudia y los Pedroches.

Hemos vuelto a Sierra Morena haciendo base, de nuevo, en Azuel. Un pequeña localidad que hace no muchos años era una vieja venta en uno de los caminos que unían Andalucía con la Mancha. En esta ocasión hemos paseado y recorrido parajes y rincones de uno de los últimos parques naturales creados (2011) en nuestra geografía: el P. N. de Valle de Alcudia y Sierra Madrona, en el sur de la provincia de Ciudad Real. La vuelta a casa la hacemos trazando una ruta de una jornada por el cordobés Valle de los Pedroches; la comarca mas al norte de Andalucía que bien merece una visita con mas detalle y detenimiento.


Narcissus triandrus subsp. pallidulus. En estos días de finales de invierno esta es la flor que mas veces hemos visto por laderas y valles de Sierra Morena. Estos bellos narcisos amarillos destacan entre las oscuras pizarras y las grietas de granito, las piedras mas abundantes de las zonas que recorreremos.   

También la lluvia nos ha acompañado (en la foto rama y frutos de enebro), pero no ha sido obstáculo para llegar a los rincones propuestos.

Este es el túnel de acceso al pueblo abandonado de El Horcajo. También se puede llegar por una larga pista de montaña. Como el túnel (de 1.200 m.) era de un ferrocarril minero de vía estrecha hay que pulsar, a la entrada, un botón que enciende las luces y pone verde un semáforo que nos da varios minutos para cruzarlo.


 El Horcajo fue una pequeña ciudad que llegó a a tener mas de 4.000 habitantes, todos ligados a la actividad minera (galena argentífera). Se encuentra entre las sierras de Torneros y Nacederos, y llegó a contar con escuela, hospital, talleres, farmacia, una cooperativa de consumo y sociedades de socorro y recreativas (instaladas por la Sociedad Minero Metalúrgica del Horcajo), y una magnífica iglesia que destacaba en el centro de la urbe de la que todavía puede verse su torre-campanario.
 
 Vista de El Horcajo a principios de siglo XX. El cierre, por falta de rentabilidad, llegó en los años 60, y desde entonces el pueblo es una montaña de ruinas.

 De los pocos edificios en pie queda este almacén de dinamita de recia construcción (por razones obvias). A su lado se mantiene el esqueleto de un cedro.

 Hace ya mas de 25 años que Marian y yo recorrimos estos parajes (con muy poca información, apenas un relato de J. G. Pallarés) y de entonces hemos rescatado esta diapositiva donde aparece el singular cedro todavía vivo.
 
En el acceso a El Horcajo por el valle de Alcudia se encuentra la antigua Venta de la Inés. Esta venta, por donde anduvo Cervantes y que luego citó en alguna de sus obras, es hoy la casa de la familia Ferreiro (solo quedan padre e hija), de origen gallego porque sus padres fueron mineros en El Horcajo. Felipe y Carmen suelen abrir la puerta a los que se adentran por este aislado rincón del Valle de Alcudia. El buen hombre cuenta, con todo detalle, como lleva años luchando contra los terratenientes que quieren "ahogar" la venta entre mallas cinegéticas y cotos de caza.

 Un retazo del amplio Valle de Alcudia, limitado por dos alineaciones montañosas es un espacio alomado de 100 kilómetros de longitud y 15 kilómetros de anchura. El valle está cubierto por dehesas y pastizales que desde la edad media son aprovechados por miles de cabezas de ganado.
 
El largo valle del curso alto de río Montoro (que nace cerca de El Horcajo) coincide con el viejo camino de Las Ventillas, que nos llevará hasta la Sierra de la Solana y a otro valle minero: El Hoyo.

Río Montoro.

 A orillas del río encontramos una gran población de esta pequeña belleza: Linaria amethystea.

 Antes de bajar a El Hoyo un desvío nos lleva al Collado del Águila, fantástico mirador a Alcudia donde podemos ver interesantes pinturas rupestres.

 
  Foto-montaje con los tres paneles mas visibles de las pinturas del Collado del Águila.

 En el sendero vemos narcisos blancos que nos llaman la atención: Narcissus cantabricus.
 
 Sabinas en la vista al norte desde El Collado del Águila. Abajo, el río Montoro se embalsa antes de bajar al sur. poco después se unirá al Fresneda para convertirse en el Jándula, uno de los principales afluentes del Guadalquivir.

 Sierra de la Solana, con esbeltos tajos donde anidan buitres y rapaces.

El Jándula, con las últimas luces de la tarde. Abajo las minas (plomo) abandonadas de Pueblonuevo y Pontones.

 Amanece con lluvia el día que vamos a dedicar a Fuencaliente y su raña.

Fuencaliente es una población castellano-manchega que mira mas a Andalucía que a sus paisanos de mas al norte. Está ubicado en la cara meridional de Sierra Morena y a pocos kilómetros de Cardeña-Montoro.

La lluvia mantiene a estos buitres parados y empapados. Sobre mediodía dejará de llover y los veremos volar sobre nuestras cabezas.

 Y tanta humedad ha favorecido que esta bellota de quejigo eche raíces. ¿Seguirá allí o algún jabalí se la habrá zampado?

 Estas cabras tampoco están por la labor de mojarse.

La raña de Fuencaliente se eleva por el Toril del Cura y nos acercamos a las nubes.

 En una zona de panales vemos como una ardilla traslada a su cría de una arboleda a otra. Pocas veces hemos visto ardillas en quejigos y encinas; casi siempre en pinedas y abetales.

 Esta amplia zona despejada de la raña era del antiguo Campo de Aviación de Sisones-Fuencaliente, base de la 3ª escuadrilla de cazas del Ejército de la IIª República.
 
 Todavía quedan, a un lado de las pistas (de tierra y piedra suelta) restos de instalaciones militares que hoy sirven a cabreros y pastores de la zona. Junto a los cuerpos de guardia hay unas construcciones semi-subterráneas cubiertas por un gran empedrado.


Son refugios anti-bombas para que el personal se ocultara y guardara del enemigo (datan de la guerra civil). Hay hasta 14 alrededor del rústico aeródromo. Visitamos uno de los mejor conservados.

Allí dentro vemos varios ejemplares de murciélago ratonero (Myotis sp.). Los dejamos hibernar tras unas fotos a máxima ISO y con linterna, para identificar y molestar lo mínimo.


Barracones de la tropa. Los mejor conservados sirven ahora para guardar aperos.

Entramos en un barracón derruido. Nos gustan estos sitios abandonados donde imaginar lo que fue en su día. Sobre una mesa de madera vemos la señal quemada de una plancha. Puede que un soldado estuviera planchando su camisa cuando la señal de alarma lo hizo correr al refugio. La plancha abandonada sobre la mesa se fue enfriando a la vez que dejaba su señal sobre la madera.

Un pastor nos dice que estas encinas de amplia copa servían para esconder los aviones (ver imagen inferior) cuando no volaban. Hangares belloteros naturales.

 
 Caza Polikarpov I-15, avión del ejercito de la II República conocido popularmente como “chato”. Una de sus bases era Sisones-Fuencaliente.

Antes de irnos no podemos evitar hacer la foto a esta sementera protegida con material reciclado. Una cuna metálica cerrada con rejillas de un Kelvinator (estaba allí al lado) sirven para que el ganado no se coma los plantones para el huerto.

Seguimos recorriendo la raña de Fuencaliente. "Cabras bípedas" ramonean los brotes tiernos de los árboles.

Pradera de manzanilla de invierno (Chamaemelum fuscatum). El olor era intenso. Lástima que en la foto no se note (todo llegará).


Casi en el límite con Andalucía paramos en el embalse de la Sacedilla, construido en Fuencaliente pero para abastecer de agua a Villanueva de Córdoba.
Buen sitio para comer y dar un paseo viendo aves acuáticas... y buitres (ver arriba a la izquierda de la foto).

 Atardecer desde un mirador privilegiado cercano a Azuel. Al fondo los cordales al este de Fuencaliente: Sierra Quintana, Sierra de Navalmanzano y Sierra de Dornilleros. A esta última nos acercaremos al día siguiente para ver el arte rupestre de Sierra Morena central.  

Cueva de Peña Escrita (Fuencaliente), descubierta por el cura párroco de Montoro en 1783.

En la subida a la cueva (mas bien abrigo) encontramos algunas bellezas en flor. Como esta orquídea Ophrys tenthredinifera.
 
O este grupete de Anacamptis morio subsp. champagneuxii.
 
Montaje de varias fotos con todo el panel de pinturas de Peña Escrita.

Jopo del romero: Orobanche latisquama.

En una charca al pie de Peña Escrita pudimos ver la cópula (amplexo) de dos sapos comunes (Bufo bufo). La hembra (de mayor tamaño) produce los huevos, encadenados con una leve cápsula mucosa, que son vertidos al agua sin fecundar. Mientras, los espermatozoides del macho son liberados sobre los huevos produciéndose inmediatamente la fecundación.

 
Entre una estación de arte rupestre y la siguiente recorremos un tramo del río Cereceda.

 
Subimos río arriba hasta un paraje conocido como Las Lastras. Se trata de una serie de escalones naturales de roca que el río salva con pequeños saltos de agua.

En un rincón superhúmedo destaca este bonito helecho: Blechnum spicant.

En una lastra (o laja, o lancha), desgastada por el paso del agua podemos ver numerosos fósiles de Ammonites.
 
Las Lastras del río Cereceda (Fuencaliente).

En el mismo río, pero aguas arriba, se encuentra la Chorrera de la Batanera.

Por encima de la Chorrera, en un gran escalón de roca cuarzítica, se encuentran el abrigo con pinturas rupestres de La Batanera.

Son pinturas de tipo esquemático, de colores ocres y rojos, con signos triangulares, en zig-zag, concéntricos y algunas figuras humanas muy estilizadas en escenas de danza ritual.

Allí está todavía este cartel de madera que debe ser de cuando se declararon Monumento en 1924. Las pinturas, al igual que Peña Escrita, están datadas entre el Calcolítico (2500-1800 a.n.e.) y la Edad de Bronce (1800-750 a.n.e.).


Fotografiamos este jopo aún sin florecer y... cuando vimos la imagen en pantalla nos dimos cuenta que a su lado habían flores de pequeñas violetas silvestres (Viola arvensis ¿?).

Subiendo aún mas el Valle de la Cereceda llegamos a la cota de 1.000 metros y allí aparece un bello bosque de roble melojo (Quercus pyrenaica).

Los escoriales que encontramos en las laderas de Sierra Madrona nos señalan antigua actividad minera. Algunas de estas fundiciones abandonadas datan de época romana.

Entre tanta hojarasca de tonos marrones destaca este vistoso hongo naranja: Tremella aurantia.
 
Dejamos atrás Sierra Madrona y Valle de Alcudia y nos planteamos regresar por la cercana comarca cordobesa de los Pedroches. Este es el Puente de Currito, puente medieval construido sobre el río Guadalmez, es un puente fronterizo ya que este río es frontera natural (y formal) entra Andalucía y Castilla la Mancha. También entre la Sierra Morena ciudarealense y los Pedroches. Seguramente formaría parte de alguna de las cañadas existentes en la zona; hoy solo tiene uso para los que gustamos de andar por estos rincones perdidos de nuestra geografía. Debido a su estrechez debió ser usado para el conteo del ganado y el pago del transito (derecho de pontazgo: arancel que se pagaba en la Edad Media para pasar por los puentes).

Pedroche no es el pueblo mas grande de la comarca pero es el que le da nombre y donde se celebra la romería mas importante.
 
 En la Ermita de Piedrasantas todavía pueden verse los sillones de madera con las inscripciones de cofradías y hermandades de los pueblos de la comarca.

En las calles de la parte alta (y mas antigua) de Pedroche es tradicional empedrar con guijarros de diferentes colores haciendo dibujos geométricos. En la parte central de este pavimento hay un símbolo que nos recuerda al "lauburu" vasco (la cruz de brazos curvilíneos). Hemos buscado información y parece que este símbolo también fue utilizado por celtas y visigodos. No sabemos qué quiere representar aquí. 

Como estamos en los inicios de la Semana Santa la iglesia del Salvador está abierta; y podemos asistir, por un momento, al acto de vestir al nazareno con sus ropas de procesión.

Puerta principal de la iglesia del Salvador, de Pedroche.

 Cigüeñas blancas de campeo por el cereal.

Pozo de nieve de Dos Torres. No pudimos acercarnos mas. Aunque aparece en todos los folletos turísticos y culturales de la comarca está cerrado y sin horario de visita.

 
 Y este era uno de nuestros principales objetivos en los Pedroches. El Castillo de Belalcázar.

El castillo de Belalcázar, también conocido como Castillo de Gahete o castillo de Gafiq o de los Sotomayor y Zúñiga es una fortaleza de estilo gótico-militar, iniciada en la segunda mitad del siglo XV, siendo un referente de la arquitectura defensiva en la península Ibérica.

Detalle de uno de sus muros con dos nidos de cigüeña.

La denominación de Bel-alcázar, se debe a la singular y bella torre del homenaje de la fortaleza. Lujosamente ornamentada y desproporcionada, aunque de gran belleza, con sus más de 47 metros de altura es la más elevada de toda la península ibérica.
Desde su construcción, provocó el cambio de nombre de la propia villa donde se encuentra, que anteriormente era conocida por Gaete o Gahete.

Detalle de sillares con diferentes marcas de canteros.

Bajo los muros del castillo, al que rodeamos sin poder entrar (está cerrado por seguridad pero hay una cantidad prevista para su rehabilitación) encontramos estas flores de beleño (Hyoscyamus albus).

También estas preciosas flores amarillas de Hypecoum pendulum (que no está presente en nuestra provincia).

Fuente de El Pilar. Esta fuente es seña de identidad, junto al castillo, de la localidad de Belalcázar. Se trata de una fuente-abrevadero monumental, situada en el borde norte del núcleo urbano y con excelentes vistas del castillo y su cerro. El pilar, fue construido por los Duques de Béjar en 1570.

En el centro de Belalcázar nos encantó esta veleta de un lince persiguiendo a un conejo. En la Casa de la Cultura.

El Castillo de Belalcázar se encuentra en una posición estratégica sobre un cerro de gran altura, al norte de Belalcázar, controlando por completo la localidad y su entorno. Tiene una excelente cantería de granito, de disposición cuadrangular, con altos muros con ocho torres, cuatro macizas se sitúan en las esquinas y las otras cuatro, huecas, se sitúan en los flancos.

Los Pedroches merece una visita pausada y con mas tiempo. Lo pondremos en la carpeta de "pendiente". Una carpeta que no para de crecer. 








7 comentarios:

  1. Interesante reportaje, un paisaje precioso, bonitas, flores y un castillo espectacular.
    Salud

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    1. Así es Manolo. Y en los Pedroches hay una buena colección de megalitos, casi todos en fincas privadas.

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  2. Bonitas fotos como siempre. Lugar espectacular que nunca he visitado pero que ya tuve oportunidad hace poco... y si Dios quiere creo y espero poder visitar pronto. Saludos.

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  3. Precioso reportaje. La verdad nunca he estado por la zona. Dan ganas de coger la mochila y tirar para ya.
    Gracias por compartirlo.

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  4. Qué alegría da encontrarse reportajes de sitios espectaculares que no son los típicos lugares que todo el mundo conoce. Visito la zona a menudo y puedo corroborar que es un regalo para los sentidos recorrerla, sobre todo en primavera y en días buenos de invierno.

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