"Delectando pariterque monendo" Horacio

15 feb 2016

DOÑANA NORTE - La Doñana visitable


 

No hace mucho tuvimos la suerte de visitar el tramo litoral y las grandes arenas del Parque Nacional de Doñana. Un tiempo después hemos vuelto a lo que se conoce como la "Doñana visitable". Es decir, el tramo y entorno norte del Parque Nacional (que en gran parte es también Parque Natural), donde no es necesario tramitar permisos ya que los senderos, miradores y observatorios son los anejos a los centros de visitantes. De paso, paramos en la reserva natural concertada Cañada de los Pájaros, donde desde hace años se hace una labor encomiable de cría en cautividad y posterior suelta de especies amenazadas.
 


"Vendrán las estaciones y se irán, pero nuestra amada tierra salvaje, el Coto de Doñana, dormirá en los años venideros en su soledad y su belleza"
Guy Mountfort, 1958




 Cañada de los Pájaros. Un antiguo vertedero reconvertido en paraje natural gracias a la "tozudez" de los biólogos Plácido Rodríguez e Isabel Adrián, que adquirieron esta finca, cercana a las marismas del Guadalquivir, a finales de los 90.

Nueva generación de fochas cornudas y cercetas pardillas preparadas para anillar y salir volando.

 Flamencos y anátidas varias.

Canastera común (Glareola pratincola), una limícola con aspecto de golondrina.

 Cercetas pardillas (Marmaronetta angustirostris). Junto con la malvasía es la anátida más emblemática de nuestra avifauna.

Ansares comunes (Anser anser).

Tarro canelo (Tadorna ferruginea) en pleno baño.

 Flamencos (Phoenicopterus roseus) en compañía.
 
 Grullas (Grus grus) en vuelo. Y nosotros nos vamos hacia el Parque Nacional.

Tenemos la suerte de visitar el Centro de Cría de Lince Ibérico de El Acebuche. El pionero de nuestro felino mas famoso.

Centro de control y manejo. Los linces reproductores y los que van a ser soltados son estudiados y seguidos durante 24 horas 365 días al año.

En pocos días Mosto, el último lince nacido en el Zoobotánico de Jerez será soltado en los Montes de Toledo. ¡¡ Mucha suerte a Mosto, y a reproducirse mucho!!

 Nos contaron, con detalle, todo el trabajo que se desarrolla en este centro.

Paseo por el Centro de Visitantes El Acebuche. Como las lagunas están secas (no ha llovido ni lo mínimo) nos consolamos con fotografiar las aves del pinar.

Pareja de cigüeñas (Ciconia ciconia) en cortejo nupcial.

El rabilargo ibérico (Cyanopica cooki). Sin duda el córvido mas bello de la península. Sus parientes de género (C. cyanus) se encuentran en el extremo oriente: Mongolia, Japón, Corea, China y Oeste de Rusia.

 Curiosamente el rabilargo ibérico está presente desde Granada y Albacete (por el E) hasta el Duero y el Ebro (por el N) y el Algarve (por el SO), con la población mas importante en Cáceres. De todo este territorio solo falta, curiosamente, en la provincia de Cádiz (solo es avistado puntualmente en los pinares de Sanlúcar, pero son ejemplares que cruzan el Guadalquivir desde Doñana).

 
 Palacio del Acebrón. El capricho de un rico hacendado hoy convertido en otro Centro de Visitantes de Doñana.

 El entorno es de gran interés ya que guarda un alcornocal con un sendero circular que permite su recorrido.

 En su rico y húmedo suelo, en contraste con el suelo del pinar que lo circunda, encontramos bellezas en flor como el Narcissus bulbocodium.
 
 
 Amentos (inflorescencias racimosas) de Salix atrocinerea (sauce ceniciento).

 Charco del Acebrón.

Menta de lobo (Lycopus europaeus).
 
Al atardecer estamos en El Rocío. Aunque la tranquilidad absoluta no existe en esta macro-aldea, llena de casas que solo se habitan unos días al año, en esta ocasión hemos escogido un día que permite ver aves (como esta cigüeña) paseando por sus calles sin pavimentar.

  La vivienda mas tradicional y mejor conservada de El Rocío es esta Choza del Toruño. Justo al lado uno de los acebuches centenarios (monumento natural). Este se conoce como "el abuelo" y está considerado el ser vivo más viejo de Doñana, con una edad estimada en más de 600 años.

Con las últimas luces del día nos asomamos al caño de La Rocina (de antiguo Las Rocinas, osea, Las Yeguas). Allí podemos disfrutar de los chapuzones de este macho de ánade rabudo (Anas acuta) con sus característica cola apuntada.

Y tirando de zoom (aunque con poca luz) vemos a este morito (Plegadis falcinellus) mientras se acicala. Un ave que hace pocos años era una rareza y ahora se puede ver con facilidad en muchas zonas húmedas.
 
 Morito (Plegadis falcinellus), en vuelo. Es fácil de confundir en vuelo con el ibis eremita. La diferencia es que el morito vuela con sus patas estiradas atrás. 

 Anochece en La Rocina.

 "Hasta que llegan las lluvias de otoño, todo bicho viviente busca acomodo en La Rocina, Nilo de la comarca, una pujante cinta verde atosigada por las arenas que parte el territorio en dos. Al benéfico corredor lo nutre un arroyo del mismo nombre, que fluye de Este a Oeste hasta desembocar en la madre de las marismas por la Canaliega, al pie mismo de la ermita de El Rocío". 
Juan Villa (2005) Crónica de las arenas. La otra cara de Doñana.

 Últimos minutos con el sol poniente reflejado en el agua.
 
 En el Rocío todo gira en torno a dos cuestiones: la virgen y el coto.

"Esta Virgen del Rocío viene a ser como una visión cristiana de la diosa de la fecundidad, la Astarté fenicia -la Afrodita griega-, cuyo culto está documentado en Tartesos. Como también lo están la paloma y el toro, la Blanca Paloma y los toros robados por Hércules a Geryon -primer nombre conocido de un rey tartésico-, según muy arcaicas fuentes semíticas".
J.M. Caballero Bonald, 1996 “Los pasos perdidos de Tartesos”

 Por la mañana dedicamos un buen rato para "pajarear". Nuestros amigos, Olegario y Manolo, expertos ornitólogos, nos van detallando cada pájaro que pasa o se posa en La Rocina. Fochas comunes (Fulica atra) en primer plano, un solitario flamenco, avefrías (Vanellus vanellus) en la isleta y detrás dos manchas blancas de espátulas (Platalea leucorodia).

 Una pareja de ánades azulones (Anas platyrhynchos).

 Tres machos y dos hembras de pato cuchara (Anas clypeata).

 Dejamos El Rocío para recorrer la banda norte de Doñana. Nos llama la atención este carruaje con seis mulas en tándem. Debe ser difícil de conducir este enganche.

 Tres nidos de cigüeña dispuestos a varias alturas en el esqueleto de un eucalipto.

 Caballos marismeños en la "marisma gallega" de Hinojos. El caballo marismeño es una variedad de caballo autóctona del espacio natural de Doñana. Oficialmente está reconocida como raza de caballo en peligro de extinción.


 Haciendo "cutrescoping" (dícese del digiscoping pero hecho con un móvil pegado al catalejo) para ver un pájaro que se posó en unos hincos de madera, vemos detrás una aglomeración de cuadrúpedos; ¿mas caballos? ¿vacas marismeñas?...
 
 Ampliamos el zoom del catalejo y resultó ser una manada de ciervos (machos, hembras, jóvenes) paciendo tranquilamente en una zona despejada y con abundante hierba. Nunca hemos visto tanto ciervo junto.

 "Si no hay monte, hay que inventarselo", diría el topógrafo. Vértice geodésico de Cerrabarba, altitud 3 metros sobre el nivel del mar (y 2,30 m. son de base y pilar). En plena marisma de Doñana y con el mar a unos 17 kms. en línea recta.
 
 Centro de Visitantes José Antonio Valverde, en la Doñana sevillana. El mas aislado del Parque; hay que hacer muchos kilómetros de carril para llegar.

 Desde este observatorio privilegiado vemos como se desenvuelven los calamones (Porphyrio porphyrio) en la laguna.
 
 Mas "movil-coping" para ver de cerca a los flamencos.

 Salimos del Centro y en la marisma seca vemos varios grupetes de  grullas comunes invernantes.


 Para los que estamos acostumbrados a ver vértices en cimas de montañas, o de un cerro al menos, nos llaman la atención estos pilares rodeados de tanta llanura. Este de la foto (que no aparece en el mapa) ha sido aprovechado por algunas aves (cernícalos) para anidar.

"Apenas existen accidentes que rompan su monótona horizontalidad, si exceptuamos los rosarios de leves depresiones de fondo salitroso en que se estanca un agua basta e insalubre, cauces de antiguas corrientes más generosas, en las que se forman lagunajos y charcos, guaridas de la quebradiza vida del lugar.Las estaciones son extremas. Los vientos ardorosos y la calima del desierto sahariano favorecidos por el anticiclón de las Azores marcan la vida de animales y plantas en la inmensa planicie".
 Juan Villa (2005) Crónica de las arenas. La otra cara de Doñana.


Salimos de Doñana y en un arrozal de Isla Mayor tenemos el regalo final de ver un bando de cigüeñas negras (Ciconia nigra). Aves que suelen pasar aquí el invierno y que, a diferencia de su pariente la cigüeña blanca, no nidifica en zonas próximas al hombre, sino en lugares recónditos de las sierras y bosques del cuadrante sur-occidental de la Península Ibérica, sobre roca o en árboles de gran porte.

Nuestro trafagar por la Doñana visitable acaba cuando cruzamos el viejo Guadalquivir por la barcaza de Coria del Río. Puede que tardemos lo mismo que llegando hasta Sevilla, pero esta opción le da un sabor mas "clásico y aventurero" a nuestra salida. Y puede que incluso nos ahorremos algún atasco.

 Lugares y parajes que se relatan en esta entrada.

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Miembros de esta mini-expedición ornitológica y paisajística (feb.'16): Pilar, Olegario, Concha, Manolo, Marian y José Manuel.

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 Aprovecho aquí para extractar-reproducir una curiosa anécdota sobre Doñana que recoge Benigno Varillas en su obra "Génesis - Cazadores Guerreros":
El rey Felipe IV hizo en 1624 la más celebre de todas las visitas a Doñana. El VIII duque de Medina Sidonia le invitó,  y acudió acompañado de un séquito de 12.000 personas, a una estancia de 5 días en el Coto de Las Rocinas. Entre los invitados estaba hasta el mismísimo Quevedo, que se apuntó sin hacer ascos a que el poeta de cámara del duque de Medina Sidonia fuera su satirizado y despreciado Góngora, con el que mantuvo una dura rivalidad, en la que el culto y barroco cordobés sufrió la mordaz y mortífera pluma del de Villegas. Quevedo hizo un horrible viaje en carruaje del que dejó escritas pestes, tal vez predispuesto a detestar de antemano “las soledades” de Doñana.  
Del 9 al 14 febrero de 1624 la marisma vivió una invasión de gente, con un jolgorio de personas pululando por la vera que tendría que esperar casi cuatro siglos para repetirse.
Los gustos gastronómicos del duque Juan Manuel quedan patentes en la lista de víveres que mandó para aprovisionar al Rey y su séquito en los 5 días que camparon en los alrededores del Palacio del Coto de Doñana: 7.000 kilos de pescado, se supone que mojama de atún de la almadraba, más, todos los días, importantes partidas de pescado fresco extraído del cercano mar; carne de caza al por mayor, obtenida sin tregua en el coto por los propios invitados, que a eso iban, y para comer sin cocinar y picotear 2.400 barriles de ostras y lenguados en escabeche; 1.400 empanadas de lamprea; 200 jamones de cerdo ibérico de bellota; 300 quesos de 4 kilos cada uno; 600 kilos de miel y 1.000 barriles de aceitunas. A ello añadió 1.000 litros diarios de leche suministrados por 600 cabras recién paridas; 1.000 gallinas; 44.000 kilos de harina para hacer pan; 4.600 litros de aceite de oliva; 100 tocinos; 600 kilos de manteca; 6.000 litros de vinagre; 10 carretadas de sal; 10.000 huevos; 2.400 kilos de azúcar; 400 melones; 8.000 naranjas; 3.000 limones; 4.500 kilos de otras frutas y 2.400 de almíbares. Las copiosas comidas se regaron con 48.000 litros de vino.
El festín se celebró en la segunda semana de febrero, que en Doñana puede significar un agradable tiempo de principios de primavera, adelantada como llega respecto a la meseta y al norte de España, es decir, ni frío ni calor. A pesar de ello, se supone que, para mantener el pescado fresco, se hizo llevar la nieve apelmazada que cabía en las albardas de 46 mulas, transportada desde un pozo nevero de la cercana sierra de Cadiz.
Al lado del campamento con miles de tiendas de lona que hubo que montar, se instalaron varias cocinas de campaña, que sumaban 40 metros de longitud, en cuyos fuegos se consumieron 4.800 kilos de carbón vegetal más toda la leña para hacer fogatas recogida en el alcornocal, entonces una espesa mata que daba nombre de bosque a Las Rocinas. Para las caballerías, hubo de llevar 83.000 kilos de cebada y 250 carretas de paja, al margen de lo que pastaran en el propio coto, que en esa época tenía hierba en abundancia.
El hijo del duque de Medina Sidonia, que a sus 22 años contempló la invasión de sus “soledades” por el séquito de Felipe IV durante su estancia en Doñana y el inmenso gasto que le ocasionó a su padre, al poco de heredar el señorío se confabuló con su pariente el duque de Ayamonte y con el apoyo de Holanda y Francia, entonces en guerra con España, participó en 1641 en una conspiración para independizar los reinos andaluces de Sevilla, Córdoba, Jaén y Granada en la que sería proclamado rey de Andalucía. No era una bravuconada. Un pariente suyo lo había hecho ya en Portugal y planeaban hacer lo mismo los del reino de Aragón y Cataluña. 

 Vista desde satélite de Doñana y la desembocadura del Guadalquivir.




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