"Delectando pariterque monendo" Horacio

26 mar 2015

MONTES DE MEDINA, el último refugio... (2ª parte)

Seguimos recorriendo estos montes cercanos a Medina Sidonia. Un apartado retazo de Los Alcornocales en la zona centro-sur de la provincia. Como ya hemos comentado en la anterior entrada son cerros de poca altura pero con buenas vistas al resto de la provincia, con un buen manto boscoso, pocos caminos y senderos, cuevas y abrigos para refugiarse, suficientes puntos de agua, cercanos a una importante población por un lado y a la costa por otro. Todos estos condicionantes lo hicieron lugar elegido por "los de la sierra" (así se les llamaba en esa época), gente que se echó al monte por no estar de acuerdo con "el nuevo régimen" tras la guerra civil española (1936-1939). Venían huyendo de la Serranía de Ronda y Grazalema, estuvieron poco tiempo en la Sierra de las Cabras y acabaron en estos Montes de Medina. Algunos se marcharon por la costa a Gibraltar y norte de África. Otros siguieron aquí.

En color naranja las zonas de maquis en la postguerra civil (años 40, s.XX). La palabra maquis proviene del francés "maquia" y esta a su vez del italiano "macchia" que significa campo cubierto de maleza. Como la resistencia francesa (2ª guerra mundial) se ocultaba en este tipo de terreno se les llamó "maquisards". Macchia también significa en italiano mancha y en nuestro idioma se utiliza este término, mancha y/o manchón, para denominar un monte bajo cerrado de maleza.


Hay un buen número de cuevas o abrigos en los Montes de Medina que bien podrían haber servido de refugio. Hemos intentado llegar a unas cuantas de ellas.

 Como esta cueva, bien escondida por la vegetación y con buenas vistas.
 Buscando cuevas encontramos algunos tramos de senderos en los que, para facilitar el paso de personas y caballerías, se había picado la piedra para hacerlos mas transitables.

Puede que los arrieros que sacaban el carbón y el corcho de estos bosques los adecuaran para evitar accidentes de las caballerías. Hemos visto caminos así por otras sierras de Los Alcornocales.

 Pero este de la foto es uno de los "pasos por piedra" mas grandes que hemos visto. Tiene el ancho de un carril, un canalón central para que corra el agua y escalones tallados para evitar resbalones de gente y/o caballería.
 
Aquí el mismo tramo visto desde arriba. Este paso supera un buen desnivel en el terreno y debe llevar a algún sitio. Pero... ¿por qué tan ancho? veremos por qué.


Entre el bosque cerrado y una laja inclinada de arenisca aparece un prado llano y arenoso.


Y junto a una solitaria chumbera (debió haber mas y es señal de lugar habitado) vemos la mayor de las cuevas de los Montes de Medina. Se conoce como "Cueva de los Carros" y..., según nos contó un lugareño, se utilizaba para guardar o esconder los carros que hasta allí llegaban. La cueva es alta y amplia y se ha picado el suelo de la entrada para ensancharla. Calculamos que allí entran hasta dos carros de un eje o una carreta de doble eje. Puestos a cavilar se nos ocurren algunas opciones de uso, como... guardar los carros de las inclemencias en época de poca faena; esconder los carros en época de estraperlo; utilizar la cueva como almacén de producto del monte (carbón, picón, retama, palma, bellota, ...). ¿Alguna idea mas?

Lo que es seguro es que la cueva ha sido utilizada por el hombre (y por animales) durante mucho tiempo. En sus paredes se acumulan restos de hollín y puede verse una mezcolanza de grabados con nombres (con letra estilo antiguo), signos (¿prehistóricos?) a descifrar, iniciales (estas se notan mas recientes)...
 
Aparte de cuevas habitables abundan en los montes pequeñas covachas en peñas y paredones.
 
Estos huecos, pequeños y aislados, hacen que esta zona sea un lugar querencioso para rapaces que crían en roquedos. Destaca el búho real, con un buen número de parejas. En la foto un ala de búho real y dos egagrópilas (una deshecha y otra entera mas reciente).

 De hecho, en una de nuestras visitas acompañando a anilladores de estas aves, pudimos hacer esta foto (tirando de zoom a tope) de tres polluelos de búho real (Bubo bubo) con la despensa llena de conejos.

Seguimos buscando el Hoyo o Boquete de los Maquis. Un lugar secreto y escondido. Como este rascadero de jabalíes.

Otra cueva, al resguardo de un chaparro, que no dudamos en visitar.

Y otra mas. Esta con ventana incluida.

Una cueva mas amplia que las anteriores. En todas hay señales de habitación por el hollín en paredes y techos. Cualquiera de ellas pudo servir de refugio a los que han pasado durante años (y siglos) por estos montes.

Además de las cuevas vemos como sobresalen por encima del bosque peñascos y bloques de arenisca que bien pudieron servir de "oteaderos"para vigilar quién andaba cerca, y también lejos. El profesor Salustiano Gutierrez, en su blog de historias de Benalup recoge este interesante relato oral: “Los maquis vivían en una cañada que había en un monte espeso y allí se encontraba la cueva. Entonces el que quisiera entrar en la cueva tenía que pasar por la cañada y así sabían ellos quien entraba en la cueva. Encima de los árboles que había en la cañada, se ponían unas latas plateadas que brillaban con el sol, entonces cuando alguien venía movía las ramas, y el maquis que estaba pendiente de la latas las veía moverse”.

Esta cueva, en mitad de una peña, se nos presenta de difícil acceso. 

La sorpresa al acercarnos es que para subir hasta el abrigo vemos como hay varios escalones tallados. Por el desgate da la impresión de que este lugar ha servido de refugio desde tiempos inmemoriales.

También pudo servir como lugar de culto o eremitorio, como otros abrigos de Los Alcornocales. Ya puestos buscamos algún indicio en sus paredes.

Pero la fuerte erosión sufrida por la roca (además la cueva está orientada a levante) ha dejado un suelo de fina arena silícea y paredes con los llamativos dibujos y ondas conocidos por los geólogos como Anillos de Liesegang. Un fenómeno muy vistoso y común en la roca arenisca pero difícil de explicar-entender para los que somos profanos en esta materia. Según un glosario de geología son bandas o anillos concéntricos causados por la precipitación rítmica de fluidos saturados en las rocas. Los colores rojos son debidos a óxidos e hidróxidos de hierro. El hierro precipitado obstruye los espacios porosos entre los granos de arena y el agua es forzada a moverse alrededor de los depósitos, formando patrones circulares o paralelos conocidos como bandas o anillos de Liesegang. El hierro puede proceder de superficie o de estratos superiores, pero también de vetas y láminas incluidas en la roca.
 
Otro roquedo con una abertura muy llamativa y peculiar, ya que atraviesa la peña.

Como no es accesible (sin una insegura trepada) por delante, le entramos por detrás.

Y otro "mirador natural" de los Montes. Para nuestro gusto el de mayor belleza. También se sube a el por una serie de escalones tallados en la roca.

Buenas vistas desde este peculiar abrigo decorado con una columna natural, capricho de la naturaleza. Además este "mirador" domina un paso clave (e histórico) entre los Montes de Medina.
 
Seguimos buscando y recorriendo los Montes. En algunos parajes aislados podemos ver caprichosas formaciones rocosas.

 Este aislado peñasco, que nos recuerda una "chimenea de hadas" (y puede hasta que lo sea por la diferencia de rocas), se encuentra en una zona que en algunos mapas se señala como Piedra Hincada.

En esta ocasión nos dirigimos, por una de las coladas que cruzan los montes, a uno de los tajos mas altos de la zona.

El lugar es un rincón de gran belleza y verticalidad que no esperábamos encontrar en estos redondeados cerros.

Al pie del tajo encontramos unos signos que tenemos que limpiar un poco para verlos mejor. Con nervios podemos leer lo que parece una fecha: 14 6 1915. Números grabados con un objeto punzante y con grandres trazos (comparar con el puño del bastón). Un grabado que..., de ser una fecha, lo mas probable, pronto va a cumplir 100 años. En 1915 Europa estaba en plena 1ª guerra mundial, España vivía tiempos convulsos con una gran crisis político-social, y en Medina Sidonia se dieron huelgas y movilizaciones de campesinos y jornaleros con graves consecuencias.

Medina Sidonia aparece siempre en el horizonte norte de estos Montes.

 
Tras el encuentro de este grabado de hace un siglo decidimos bajar por un estrecho vallejo entre lajas de roca.


El lecho de arena está seco porque hace tiempo que no llueve. Pero la humedad del lugar permite una buena población de grandes helechos.

En un lateral del estrechón se muestra un gran hueco al que nos acercamos.


Subimos por una laja en la que volvemos a encontrar un bolaño de roca (como los de Los Banquetillos) un tanto diferente. Este parece la cabeza de un buitre petrificada.

Un poco mas arriba llegamos al gran abrigo. No es profundo pero si bien amplio y de techo alto. De hecho un acebuche casi cabe dentro del hueco.


Una mañana de marzo entramos a los Montes de Medina con nuestro amigo Vincent Jenkins. Como arqueólogo desarrolla su trabajo sobre tumbas y dolmenes y tiene interés en visitar ciertos huecos en la piedra.

Subimos a Piedraplata, que resultan ser unas tumbas muy cercanas a su residencia en Medina Sidonia y que no tenía catalogadas.


Aprovechamos para dar un paseo por otros roquedos cercanos que reunen las condiciones para tener tumbas antropomorfas.

En este paseo encontramos dos manantiales que no dudamos en catalogar.

Ambos manantiales están al pie de una laja y están mínimamente protegidos para que no lo pisen las bestias.

No encontramos tumbas pero si unos grandes huecos naturales en la roca que han sido "represados" con piedras para que no se pierda el agua de lluvia. Cerca hay unas cabrerizas y parece que los pastores de la zona quisieron "aguantar" el agua en estos huecos para consumo de los animales.


Ha sido solo hace unas semanas que nos vimos con el amigo Rafael Sánchez Carrión para recorrer una escondida zona de los Montes de Medina que el conoce muy bien. Le comenté los nombres de los parajes que buscaba y me dijo que viejos guardas y cortijeros de la zona le contaron sobre el lugar que fue el último refugio de los maquis.

Antes de llegar al Hoyo de los Maquis (hay que andar varios kilómetros por el monte) paramos en estos viejos muros.

Se trata de las ruinas de una construcción de gruesos y altos muros que  antes de arruinarse sirvieron para guardar ganado (cabras y ovejas). Nos cuentan que un cabrero que la usaba solía proveer de leche a los maquis.

 
Pero este recio edificio debió ser antes una vivienda perdida en el monte. Nos llaman la atención, en una parte del muro, estos huecos verticales (en la foto vista desde el interior) que mas parecen troneras de una construcción militar. Hemos buscado y preguntado sobre este tipo de aberturas. Nos dicen que estos ventanucos se disponían en partes del edificio donde se guardaba grano o se curaba la matanza, y por tanto necesitaban de no mucha luz y buena ventilación. A todo esto se sumaba el que nadie, ni ninguna alimaña de cierto porte (zorros, lobos) pudiesen entrar por esa angostura. Si algún experto en arquitectura rural nos puede corroborar o aportar datos, estaremos agradecidos.

 Estamos muy cerca del último rincón donde se escondieron el comandante Abril y su partida. Para acabar con este grupo de maquis se destinó a Medina Sidonia al teniente coronel Roger Oliete Navarro. Su principal misión era la "persecución del bandolerismo en la provincia de Cádiz" (textual). Sus hombres repartían, por pueblos, aldeas y cortijos, octavillas similares a la que reproducimos arriba. Esta se repartió por la Axarquía malagueña. El tal "Roberto" era un jefe maquis escondido en ese área montañosa.


Estos llamamientos tuvieron su eco en algunos de los maquis. En el caso que nos lleva uno de los componentes de la partida, conocido como "Largo Mayo", que además era el único natural de Medina Sidonia y por lo tanto el mejor conocedor de estos montes, fue el delator (a cambio del perdón) que en la madrugada del 30 de diciembre de 1949 llevó a la guardia civil hasta el escondido vallejo que desde entonces se conoce como Hoyo o Boquete de los Maquis. Por esa fecha la partida ya estaba diezmada por la muerte de unos, la deserción de otros e incluso la huida al extranjero. Hay que decir que salvo el "Largo Mayo", que estaba cerca de su familia (la solía visitar de noche y vestido de mujer), el resto de maquis eran malagueños (de Montejaque, Cortes, Marbella y Bobadilla), de otras poblaciones gaditanas (Los Barrios, Zahara de la Sierra, Ubrique, Jimena, Alcalá de los Gazules, Algeciras y Jeréz) y hasta un componente de Santa Elena (Jaén) y otro de Baza (Granada).

Tras un buen rato cruzando laderas y cerros llegamos a este aislado paraje de los Montes de Medina. Este fue el último refugio de los maquis. Desde entonces se le llama el Hoyo, el Boquete, o la Cañá de los Maquis, depende quien lo cuente. Al amanecer de aquel 30 de diciembre y tras un intenso tiroteo cayeron muertos Bernabé López y Juan Ruíz; el resto de la partida pudo huir por el monte. Cuentan que sus cuerpos fueron llevados a lomos de la mula Gitana al cortijo Poca Sangre, a donde bajó el juez de Medina para levantar los cadáveres. En algún trabajo también aparece este lugar como el Canuto de los Rojos, y es que es difícil adentrarse en este cerrado bosque (para ser un auténtico canuto solo le falta el rododendro). Hoy es un secreto paraíso rodeado de lajas y peñas que lo resguardan de forma natural.


Acabamos con esta cita sobre el comandante Abril:
 
“La figura de un antiguo guardia civil, de los tiempos de Alfonso XIII, que combatió activamente en defensa de la República y abrazó el anarquismo para terminar convirtiéndose en el jefe de una partida guerrillera antifranquista hasta morir en enfrentamiento armado contra sus antiguos compañeros, no deja de resultar atractiva y fascinante, digna de protagonizar un guión cinematográfico o una novela histórica. Sin embargo, por ahora descansa anónimamente en el cementerio de Medina Sidonia”.

Jesús N. Núñez Calvo
 Historiador y comandante de la Guardia Civil
Diario de Cádiz 14/12/2004

7 comentarios:

  1. Enhorabuena por este relato escrito y visual que pone "alma" a estos paisajes.

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    1. Lo cierto Agustín es que no imaginaba tantos rincones interesantes en esos montes. Gracias y ya sabes que el cariño es mutuo (jeje).

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  2. Bonito paraje, lugares llenos de historia por desvelar, estupendas la fotos en las dos entradas.
    Salud

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    1. Si Manuel, cuantos rincones por conocer... y tan cerca de casa!!

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  3. Llevo tiempo queriendo ir por la zona
    Hay q pedir muchos permisos por las fincas? Te lo ponen facil?

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    1. Hay varias vias pecuarias que puedes visualizar en IBERPIX. También fincas privadas donde se necesita permiso de la propiedad para entrar.

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  4. Del blog http://agrupacionroberto.blogspot.com. "En la madrugada 30 de diciembre de 1949, Bernabé se encontraba acampado junto con seis de sus hombres, al suroeste de Medina Sidonia, en el cerro de la Atalaya. En un paraje de difícil acceso conocido como Haza del Cabezón. El grupo pretendía el secuestro de Luís Lara Gerona dueño del cortijo del Jurado y de Francisco Sánchez Sánchez propietario del cortijo Linares. Uno de los guerrilleros que formaban la partida, Francisco Fernández Conejo “Largo Mayo”, natural de la cercana localidad, con el pretexto de ir a por alimentos, delató la presencia de sus compañeros a la Guardia Civil.
    La operación de cerco fue dirigida por el teniente José Girado González, Jefe de los Servicios de Represión de Bandoleros de este Cuerpo. Iniciaron el ataque al campamento guerrillero con el lanzamiento de granadas a los que siguieron disparos de fusiles y subfusiles. En las primeras de cambió murió, alcanzado por la metralla, Juan Ruiz Huercano “Capitán”. Posteriormente fue alcanzado en numerosas ocasiones Bernabé, quien cubría heroicamente la retirada del resto de los componentes del grupo. Consiguieron huir el hijo de Bernabé, Miguel López García “Darío”, Alfonso Sánchez Gómez “Potaje”, Juan Francisco Domínguez Gómez “Pedro el de Alcalá”, y Juan Toledo Martínez “Caracoles”. A su muerte, la agrupación fue dirigida por Pablo Pérez Hidalgo, hasta finales de 1950."

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