"Delectando pariterque monendo" Horacio

13 sept 2013

FINAL de VERANO en GRAZALEMA (2013), __con chaparrón y chapuzón.



"... decía Frasquito el pescadero, q.e.p.d., que en llegando la feria de Grazalema era el invierno menos cuarto, y así era, pues en muchos y lejanos años, en estas fechas ya hacía frío y hasta caían las primeras gotas de lluvia."
dicho popular


 
Una de estas últimas tardes de septiembre, el cielo de Grazalema brillaba gracias al juego de los rayos de sol entre las algodonosas nubes. El ambiente había refrescado, avisando que ya estamos a finales de verano y que el otoño llama a la puerta.

 
Un paseo por prados entre alcornocales y encinares, al trasponer Campobuche, era una idea genial para disfrutar de esta agradable jornada. Es zona de campeo de venados y, con suerte, podríamos escuchar las primeras berreas del año de estos grandes machos astados.

 
Cruzamos los llanos del Apeo camino del Cabrizal. El pasto, seco de tanto verano, destaca ante el fondo oscuro por las sombras de las grandes nubes.

 
Apenas hay flores en estos prados agostados. Sólo destacan, de vez en cuando, las rosadas flores de la Carlina gummifera, o cardo de la liga, que florece a final de verano cuando el resto de la planta ya está seca.

Miramos atrás y vemos como las nubes, que llegan desde la Serranía de Ronda, se acumulan en el Endrinal. Al fondo, el pico del Reloj (1.535m.) aparece tras los reflejos del sol.

Seguimos andando hacia el Cabrizal, paralelos a los arranques del Cerro Zurraque.

Cerrillos, que antaño debieron estar cubiertos por el bosque, ahora son los prados del Cabrizal.

Al fondo el Cancho del Torero, bajo un cielo cada vez mas gris.

Terneros, vigilados de lejos por las vacas, no nos pierden de vista.

Llegamos al arruinado cortijo del Cabrizal.

Junto a la puerta encontramos esta inscripción (AG. MG. 1958), con una caligrafía muy cuidada. Puede que fuera de la última rehabilitación, pues en la ortofoto del "vuelo americano" (1956) ya existía el cortijo.

Lo que queda de valor del cortijo, viejas lozas y tejas de barrro cocido, está apilado para poder ser aprovechado.

Seguimos un viejo camino que une Villaluenga y Grazalema con Montejaque, conocido como Cordel del Pozo de los Alamos. De hecho, ya hace un rato que caminamos por la provincia de Málaga.

 
Estos brotes con decenas de capullitos sin abrir son de Urgínea marítima (cebolla albarrana). Flores incipientes que nos avisan de la llegada del otoño.

Antes de llegar al Llano del Culantro tenemos que cruzar un bello y denso encinar.

El sendero-cordel por el encinar del Cortijo del Torero.

Cerca del Culantro empiezan a caernos unas leves gotas, que en principio no nos asustan y seguimos.

Las leves gotas se convierten, en un par de minutos en un chaparrón."Esto no será ná, el sol está fuera", nos decimos.

De hecho llegamos al llano de Culantro y un suave arco iris aparece sobre el Cancho del Torero. Las luces son espectaculares y disfrutamos cuando parece dejar de llover.

Pero el sol y el arco iris desaparecen, suenan truenos y vuelve a llover con acompañamiento de un fuerte viento. Decidimos regresar de inmediato.

Jarrea en cuestión de minutos. No sirve ni resguardarse bajo los árboles. Guardamos las cámaras y corremos monte abajo sin ningún plástico ni paraguas que echarnos por encima (error por exceso de confianza). Llegamos al coche empapados. Nos cambiamos hasta la ropa más íntima. Por suerte no hace frío y nos salvamos de un buen constipado. Mi querida Pentax está húmeda y no funciona. Una buena sesión con el secador y toda la noche junto a una estufa la secan y por suerte funciona por la mañana. ¡Que alivio! Hacía años que no me caía un tromba de agua en tan poco tiempo. Una tormenta de verano que nos persiguió desde Málaga a Cádiz por medio de la sierra.


 
En este corto vídeo (apenas medio minuto), que grabé con el móvil en el llano del Culantro, puede verse el inicio del chaparrón, con la llegada del fuerte viento, seguido de truenos y el arco iris luciendo al llamado "sol de los gitanos". Por estos lares se llama "sol de los gitanos" al que luce cuando ni llueve ni deja de llover.

Tras la pequeña aventura pasada por agua del día anterior decidimos pedir permiso para subir al edificio mas alto de Grazalema. Que no es otro que la torre de la iglesia de la Encarnación. Nos acompaña nuestra cámara, ya que el lugar promete buenas vistas.

Una escalera de mampostería nos lleva al tercer cuerpo de la torre, donde aparecen los huecos de las cuatro esferas del reloj parroquial, que funciona perfectamente. La vieja máquina es de Talleres Tronos, una empresa de Roquetes (Castellón) que construyó muchos relojes para edificios civiles y religiosos del país.

Aunque hoy funciona con movimiento eléctrico todavía puede verse la manivela con la que, cada cierto tiempo, el municipal daba cuerda a la maquinaria. 

 
Cuerdas y atalaje de madera para tocar las campanas de forma manual.

Las cuatro campanas de la torre, todas con inscripciones sobre su año de fabricación y advocación. Por ejemplo: "A la Virgen del Pilar, año 19..,siendo párroco D. Luis Rello García, Fundición Manuel 
Rosas, Torredonjimeno, Jaén."

 
La ventana que da levante, con la Iglesia de la Aurora (mas antigua) y el acceso sur al pueblo.

Panorámica de Grazalema, desde la torre. El barrio jopiche en primer término, y el barrio jopón en la parte mas alta. Y las sierras y picos que rodean al pueblo; de izq. a der.: la Sierra del Endrinal (con la Cueva de las dos Puertas y la Cruz del Picacho), el Peñón Grande en el centro de la imagen, mas al fondo la Sierra del Pinar y el pico San Cristóbal que se salva de la sombra nubosa, y a la derecha el Peñón de la Asamblea, separado del pueblo por el río Guadalete.

 
Y como de nuevo aprieta el calor en la sierra, que mejor que darnos un chapuzón en las frias aguas de los Bramaderos, o Bocaleones o el final de la Garganta Verde, que con cualquiera de estos nombres se conoce a este fresco paraje de Zahara de la Sierra.

Subimos por el arroyo Bocaleones pasando por donde a este se le une el arroyo de Garganta Seca.

El puente de los Palominos, que sigue en pie a pesar de que sus basamentos provienen de época romana.

El puente de los Palominos está recogido en Catalogo Andaluz de Patrimonio (http://www.iaph.es/patrimonio-inmueble-andalucia/resumen.do?id=i15989).

 
Llegamos al tramo de mas belleza, donde el arroyo se encajona entre altos paredones de caliza.

 
Aquí brota el agua por todas partes y el nivel de agua fuerza el remojón.

 
El ruido que provoca el agua bajando por estos estrechones le dió el nombre popular de "bramaderos" por la gente del lugar.

 
Un paraje singular de nuestra sierra que, por su fácil accesibilidad, debería contar con unas mejores infraestrucutras de limpieza. Por desgracia, no todo el mundo deja aquello igual que cuando llegó.

El final del verano está cerca, y los forasteros y emigrantes que han pasado sus vacaciones en Grazalema recogen bártulos y se marchan. Para nosotros empieza una nueva temporada. Pronto llegarán las setas, los bandoleros, las borrascas, los madroños, el frío, la nieve...




4 sept 2013

EL VIAJE MAS LARGO Escandinavia 1989 (textos y fotos)



"Los viajes son en la juventud una parte de educación y, en la vejez, una parte de experiencia."
Sir Francis Bacon (1561-1626)

Como aún no ha empezado la nueva temporada andariega, y no hay material fresco que divulgar, me ha dado por revisar viejos escritos, viejas postales y añosas diapositivas en mi "archivo histórico". Y me he decidido por compartir, con cierto retraso eso sí, este artículo montañero sobre un viaje que realizamos en el verano de 1989 al Círculo Polar Artico. Fuímos de Jerez a Escandinavia, cruzando media Europa, en el sufrido R-9 que aguantó casi 13.000 kilómetros y un mes de viaje. Eran años en los que todavía no existían los vuelos "low-cost" y en los que nuestra peseta pesaba poco en la carísima economía de países como Dinamarca, Noruega o Suecia. Un gran esfuerzo que se vió recompensado con maravillosos paisajes, algunos irrepetibles: fiordos, montañas, glaciares, lagos, islas, el sol de medianoche. Un viaje inolvidable con destino en Laponia que ahora recordamos con alegría. Y que sigue siendo, con nuestros propios medios, el viaje mas largo que hemos realizado hasta hoy.


KEBNEKAISE, LA CUMBRE DE LAPONIA

Es mediodía cuando llegamos a Kiruna. Por la mañana hemos cruzado la frontera de Noruega a Suecia a la altura de Narvik, ya dentro del Círculo Polar Artico. Kiruna es una ciudad extensa y desangelada; aún así es la capital de la Laponia sueca y un importante centro industrial y de comunicaciones. Además es la base de operaciones de la vertiente este del Parque Nacional Abisko, el más antiguo de Escandinavia, fundado en 1903. Lo primero que hacemos es buscar el centro de recepción, donde pediremos información que nos vendrá bien para nuestros planes en la zona.
…CAMINO A LAPONIA
Llevamos varios días recorriendo la península escandinava de sur a norte, por Noruega. Hemos subido casi paralelos a la cordillera de los Alpes Escandinavos y el mal tiempo nos ha acompañado constantemente. La lluvia, omnipresente, nos ha chafado los planes que queríamos desarrollar en nuestro camino a Cabo Norte, el punto más septentrional del continente. Solo disfrutamos plenamente de la montaña en una subida al glaciar Svartisen, cerca de Mo i Rana, uno de los más extensos de Europa continental con 450 kms. cuadrados de superficie. Se trata de un glaciar predominantemente llano que ocupa una gran cubeta entre montañas y que acaba en una caída impresionante a un lago que recoge los derrubios de hielo en la temporada de verano. Tuvimos la suerte de ver la caída de enormes bloques del tamaño de una casa de varios pisos. El estruendo formado al caer al agua originaba enormes olas que se perdían hacia el otro extremo del lago.
KIRUNA
Los alrededores de Kiruna son fantásticos para los amantes de la natura, pero es que así llevamos disfrutando muchos días, desde que salimos de Oslo, entre una vegetación y un paisaje exuberantes, con interminables bosques de abedules y de piceas e innumerables lagos. Toda una recompensa ante el esfuerzo que supone llegar hasta aquí cruzando media Europa. En las oficinas del parque nos informan sobre los detalles para la ascensión al Kebnekaise, de 2.114 metros de altitud. Se trata de la segunda montaña más alta del ártico eurasiático. Desde aquí al estrecho de Bering, a un paso de Alaska, solo hay otra montaña que la supere, con 2.381 m., en los Montes Verjoyansk de la Siberia oriental. De todas formas el Kebnekaise, gracias a la latitud en que se encuentra, presenta todo el aspecto y las condiciones de una ascensión de alta montaña. Sus laderas están cubiertas por nada menos que cuatro glaciares: Istalls, Stor, Bjorlings y el mayor de ellos Rabots, que se desprende por la vertiente noroeste. Nosotros intentaremos la ascensión por la ruta sur, que es la normal.
Nos informan que no hay plazas libres para dormir en el refugio Fjällstation, “campo base” de la ascensión. También nos dicen que podemos tomar el riesgo de subir sin tienda, pues es habitual que muchas reservas no se ocupen. El refugio es uno mas de la red de etapas del gran sendero GR que rodea el macizo. Sus usuarios en esta época, sin problemas de nieve en la base de la montaña, son principalmente senderistas que hacen las reservas y luego cambian de planes obligados por el mal tiempo. Nosotros vamos justos de tiempo, se nos acaban las vacaciones y decidimos subir al día siguiente. Mientras tanto buscamos sitio para pernoctar en las afueras de Kiruna, a unos 17 kms. Se trata de Yukasyarvi, un curioso y atractivo poblado lapón que se mantiene a modo de museo etnográfico. Allí encontramos un camping superior en instalaciones y magníficamente ubicado. Como ya nos viene pasando dormimos mal, la luz del “sol de medianoche” se filtra en nuestras tiendas y nuestro biorritmo meridional no se acostumbra a dormir bien sin oscuridad.
NAVEGANDO HACIA LA MONTAÑA
Por la mañana nuestro coche nos acerca al macizo por una pista recta y cuidada de más de 60 kms. hasta Nikkaloukta, que es una especie de plataforma con parking y varias cabañas para turistas. De aquí parten senderos autoguiados para excursionistas que vienen a pasar el día. Nikkaloukta está en un amplio valle tapizado, como no, de un espeso bosque. Comenzamos a andar y tras recorrer unos 5 kms. llegamos a un lago extenso, pero no muy ancho. Se trata del lago Ladtjojaure, que ocupa una antigua artesa glaciar. El cielo está encapotado, no llueve pero las cumbres más cercanas solo podemos adivinarlas entre las nubes. Tomamos una barcaza a motor que permite cruzar longitudinalmente el lago a montañeros y senderistas. Una rápida navegación, de apenas media hora, nos adentra de una forma poco habitual en el macizo del Kebnekaise. Se nos antoja curiosa la situación de ver nuestras mochilas, pertrechadas con piolets y crampones, junto a los clásicos salvavidas de la lancha. Comentamos con el resto de navegantes esta forma inusual de acceder a la alta montaña. Cuando desembarcamos empieza una ligera llovizna. Media hora de marcha para superar un escalón del valle y nos topamos con otro lago, aunque mas pequeño. En este ya no hay embarcadero y optamos por caminar por la vertiente derecha. Paramos para comer algo y el sol se asoma tímidamente entre las nubes dándonos la esperanza de un cambio en la situación del tiempo. Ya es por la tarde y aparecen los molestos y agobiantes mosquitos árticos, que nos hacen acelerar el ritmo para ganar altura y así evitarlos. El valle se ha cerrado notablemente, estamos en su cabecera y por fin divisamos el refugio Fjällstation, que se ubica bajo un bello resalte de la montaña. El refugio está sólo a 690 m. de altitud pero nuestra sensación, al ver detrás el tramo inferior del glaciar Björlings, nos hace dudar y consultar varias veces los magníficos mapas que hay en el zaguán del refugio. También llegan senderistas escandinavos, súper-equipados con la marca Fjall-Raven, que es la favorita por estos lares. Puede decirse que los que no vestimos esa marca somos de otras tierras, casi con toda seguridad. Somos los únicos españoles en el refugio y según los libros de visita pocos andaluces han pasado por aquí en los últimos años. Caemos bien al responsable del refugio,spanska, andalusiska, välkommen”. ¡Unos subtropicales en el ártico!”, y conseguimos dormir en unas literas que han quedado libres. El refugio es bastante grande y cuenta con todas las comodidades. El precio es casi el de un hotel, pero de un hotel sueco, y por lo tanto los servicios son caros. Pero nosotros, previsores, hemos traído nuestras vituallas. Cuando nos retiramos a dormir aún no hemos visto la silueta del Kebnekaise. Cada vez se agolpan más nubes y la meteo no da buena previsión.
INTENTO DE ASCENCION
Cuando nos despiertan inmediatamente miramos el reloj pues por la claridad nos parece habernos quedado dormidos. Aún es madrugada y rápidamente recordamos que la luz solar en el verano ártico no es un indicativo habitual como lo es en nuestro país. Por otra parte nos preocupa que estando unos grados por encima del círculo polar no haga el suficiente frío que quisiéramos como señal de buen tiempo. Solo desayunamos los pocos, un grupo de unos diez, que pretendemos hacer la cima. El resto del personal aún duerme; son senderistas que hacen el sendero circular de esta montaña y que van a otro ritmo. Por suerte hay algún sueco que repite ascensión y conoce bien la ruta a la cumbre.
A poco de salir ya estamos pisando tramos del glaciar. La ruta de ascenso intenta evitarlo utilizando la arista de nieve y roca, donde no es preciso el uso de crampones. Se trata de montarse en el cordal meridional, conocido como Kivelbacken, hasta la cota de los 1.700 m. Desde allí se ladea la cresta por la izquierda, lo que evita dificultades, perdiendo incluso algo de altura para luego retomarla justo en el pequeño refugio-vivac que hay antes de la arista final. Desde este punto ya se sigue directo a la cumbre sur, la más alta. Mas adelante la cima norte tiene 2.097 metros, pero la travesía es algo complicada. Estas son las referencias que nos dieron los montañeros, pues la mala suerte no se olvidó de nosotros y nos hizo volver cerca de la cota 1.500. A medida que fuimos ganando altura la lluvia fue arreciando haciéndonos utilizar las capas de lluvia por encima de los forros polares. El agua que bajaba abundantemente formó riachuelos sobre las placas de hielo del glaciar Bjorlings. Esta situación hacía que en los rellanos se acumulasen charcas que volvían frágil el hielo inferior. Algunos nos hundimos con el peligro de alguna lesión. Nos acordamos del agujero de ozono y del calentamiento del planeta entre tacos irreproducibles. Además, la lluvia y la niebla reducen la visibilidad hasta que solo vemos al que tenemos delante o detrás. El sueco que encabezaba la cordada recomendó a todos que bajáramos para intentarlo cuando mejorase el tiempo.
Ya en el refugio nos comentan que estamos bajo la influencia de una gran borrasca. Las masas de aire caliente que desde el Atlántico se desplazan hasta aquí por la influencia de la Corriente del Golfo desatan el habitual mal tiempo en esta región, por el choque con los fríos polares.
REGRESO AL SUR
Tenemos los días muy justos para la vuelta a España. Como no tenemos problemas de luz nos decidimos por bajar el mismo día a Nikkaloukta y luego en coche hasta Yukasyarvi, donde nos esperan Carmen y Marian. La mañana siguiente sigue el mal tiempo y decidimos ganar latitud sur en dirección al Golfo de Botnia para durante un par de días más seguir descendiendo con el Mar Báltico como compañero de viaje. En Estocolmo, a 1.300 kms. de distancia de Abisko, el tiempo es bueno. La decisión de no esperar para otro intento al Kebnekaise tuvo que ser rápida y difícil, pero parece que acertamos. Vemos la televisión de Suecia y aunque no entendemos nada el “hombre del tiempo” presenta sobre un mapa una enorme “S” rodeada de isobaras sobre Laponia. Consultando una socorrida guía de viajes supimos que borrasca en sueco se escribe “störm”.
Me acompañó, en esta aventura de montaña en Laponia, mi amigo Manolo Gil.

DIAPOSITIVAS ESCANEADAS DE ESCANDINAVIA
(julio-agosto 1989)

 
Ayuntamiento de Oslo.

 
Museo de la Expedición Kon-Tiki, en Bygdøy, la península de los museos de Oslo.

 
Parque Vigeland, un jardín-museo diseñado por Gustav Vigeland que está decorado con decenas de sugerentes esculturas que representan las distintas etapas del ser humano, desde la infancia hasta la vejez.

 
La estatua mas famosa del Parque: "el niño enfadado", Sinnataggen.

 
Juegos en el Parque Vigeland.

Barnaclas canadienses y cariblancas en el Parque Fogner, Oslo.

 
Casa típica noruega en los Alpes escandinavos.

El Renault 9, que aguantó bien a pesar de los calentones subiendo por los puertos de las montañas Jontunheimen.

El fiordo Geiranger, el mas famoso de Noruega. El de las postales, vaya!

 
Fiordo Geiranger.

Las Hytter son las pequeñas cabañas de madera, perfectamente equipadas, que puedes encontrar en cualquier camping de Noruega y Suecia. Poca gente monta tiendas. El frío y la lluvia (casi a diario) hace que los campistas utilicen sus caravanas o estas simpáticas casitas.

 
La carretera de montaña Trollstigen, en Rauma, que cruza varias veces la cascada Stigfossen, con una caída de 320 metros.

En el centro de Noruega visitamos el Glaciar Svartisen. Uno de los mas extenso de Europa.

 
Uno de los brazos del Svartisen finaliza a 7 metros sobre el nivel del mar, siendo este el punto más bajo de todos los glaciares del continente europeo.

 
Las Islas Vesterålen, ya dentro del Círculo Artico, a las que llegamos embarcados en el ferry de Bognes.

La isla de de Andøya, la mas septentrional del archipiélago, fué nuestro punto mas al norte del viaje. A pesar de ello fue donde disfrutamos del mejor tiempo.

 
Nos alojamos en el albergue de pescadores de Bleik. Desde su puerto montamos en un pequeño bacaladero para conocer las colonias de aves de Bleiksøya.

 
Colonia de frailecillos, conocidos como los "pingüinos del ártico".

Pareja de frailecillo atlántico o frailecillo común (Fratercula arctica).

Ostrero euroasiático (Haematopus ostralegus).

Marian junto a un grupo de cormoranes moñudos (Phalacrocorax aristotelis).

Visita al Museo Polar de Andenes, pequeño y con los carteles solo en noruego. Poco turismo llega aquí.
Pequeña iglesia luterana, la religión mas extendida en Noruega, en la costa de las Vesterålen.

Charranes árticos (Sterna paradisea), las aves mas viajeras del planeta. Vuelan 70.000 kms cada año de polo a polo, lo que equivale a tres viajes de ida y vuelta de la Tierra a la Luna, durante la vida media de uno de estos gaviotines.

Playa en las Vesterålen. Arena blanca llena de plantas con flores, tiempo soleado, pero el agua helada.

 
Este tiempo nos animó a plantar, por una noche, la tienda (que estaba en lo mas hondo del maletero). Un señor nos prestó su prado para pasar la luminosa noche ártica.

 
Carmen y Marian esperando al sol de medianoche. En estos días del año fue bajando hasta cerca del horizonte hasta eso de las 02:00 h., e inmediatamente volvió a subir. A las 04:00 h. estaba radiante. Para unos subtropicales como nosostros cuesta trabajo dormir con tanta luz.

La costa continental, a la altura de Narvik, nos espera para seguir viaje hacia la Laponia sueca.

 
Frontera noruego-sueca. El tren de Narvik (Noruega) a Kiruna (Suecia), el Artic Circle Train, nos acompaña durante todo el trayecto.

En las afueras de Kiruna queda Yukasyarvi, un poblado lapón bien conservado con un camping bien acondicionado para el mal tiempo que suele hacer en esta zona de lagos árticos.

Llueve en Yukasyarvi, Laponia sueca.

 
Desde Kiruna partimos hacia nuestro objetivo de montaña. El Kebnekaise, la montaña mas alta del Artico europeo. Con solo 2.114 m.s.n.m. pero con cuatro glaciares en sus laderas. En la foto, Manolo Gil por un sendero entre abedules (Betula pubescens).

Prados llenos de junco lanudo (Eriophorum vaginatum) que evitamos pisar gracias a las pasarelas de madera convenientemente colocadas.

El lago Ladtjojaure, que nos separa de la base de la montaña.

 
Postal del embarque hacia el Kebnekaise, que puede verse al fondo de la imagen.

 
Mi mochila, con piolet, navegando hacia la alta montaña.

Camino del Refugio Fjällstation, que queda junto al promontorio en la base de la montaña. El glaciar de la derecha es nuestra ruta de ascenso.

 
Refugio Fjällstation, a 690 m.s.n.m.

Subiendo al Kebnekaise con mucho frío y con capa de lluvia. Cuando estabamos cerca de los 1500 m., sobre el glaciar Björlings abandonamos (con rabia, pero sabiamente) por la mala visibilidad y el peligro que presentaba el hielo.

Nuestro último sol de medianoche en Laponia.

 
Descendemos por el mapa cruzando, hacia el sur, el Círculo Artico. En el paralelo 66º N encontramos estos carteles de dirección y distancia.

Mil y pico kilometros al sur nos espera Estocolmo, bella ciudad donde paseamos y descansamos. Casa de Correos en Skansen (Estocolomo).

Dejamos Escandinavia con una visita a Copenhague, la capital danesa. Un largo y magnífico viaje del que apareció una reseña en el diario EL PAIS (enviada por mi amigo Manolo) y que tuvieron a bien publicar.
Fuímos: Carmen Hurtado, Manolo Gil, Marian Pizarro y José Manuel AV.